jueves, 26 de febrero de 2015

Urta al horno y las estrellas Miguelín


A Mari Carmen y a mí, nos pasa algo muy curioso: cualquiera de las dos puede empezar a hacer una receta de cocina, que la otra la termina sin más problema. Un día que nos salió una cazuela de fideos potencialmente ganadora de un concurso de 'cuisine a deux', exclamé.

- ¡Esto se merece una estrella Miguelín!
- Una estrella... ¿Qué?
- Hija, mujer, una estrella Miguelín; yo tengo tres, sin ir más lejos.

Cosa que me inventé, claro está. Pero gracias a una broma en la cocina, y a que Miguel el hijo de Berenice, sobrina de Mari Carmen, se hizo notar aquel verano y a la semejanza fonética con las famosas estrellas Michelín, nacieron mis estrellas Miguelín para la cocina de andar por casa. Aquí no tenemos grandes pretensiones. Con tal de que las fotos no estén movidas y se sepa lo que hay, que las recetas se puedan hacer por cualquier persona a la que no hayan prohibido la entrada en una cocina por ser peligrosa para la salud, y sobre todo, que se disfrute guisando, ya es suficiente.
Miguel, al que llamamos cariñosamente Miguelito, es el moreno más gracioso, cariñoso y bueno que conozco. Si queréis saber más de Miguelito, pinchad Aquí y Aquí.


Berenice había decidido que el niño tenía que hacer deberes durante las vacaciones y el niño, pues no compartía las intenciones de la madre. Después de mucho tira y afloja, Miguel se negó. Lo supimos porque un día entró como un rayo en la cocina donde estábamos Mari Carmen y yo,  seguido de su madre que llevaba buen ritmo y Mari Carmen que se dio cuenta de lo que pasaba salio detrás a una velocidad encomiable. Pasaron el salón, llegaron al porche delantero, recorrieron el jardín, y volvieron al punto de partida. Así, varias veces. Yo me quedé en la cocina por si hacía falta alguien que cronometrara los tiempos. Ganó Miguelito y el premio fué un pescozón de su madre. Al final, la tita Mari ayudó al niño a ponerse al día con los deberes para alivio de todos.

De modo que, aparte de las carreras, ese verano fue el de las estrellas gastronómicas. Por cualquier cosa, nos quitábamos una a la otra una estrella o una punta de estrella si la cosa no era grave. Por ejemplo, las yemas de huevo duro con un color verdoso por fuera, costaba una estrella; estropear el corte del jamón, otra. En cambio, una comida sosa, sólo una punta de estrella porque tiene arreglo más o menos.











La Navidad de 2013, Bere nos regaló dos diplomas: uno para la tita Mari, que es como llaman a Mari Carmen en familia y otro para Guisadora Duncan, o sea yo misma. Berenice es restauradora de arte, que son los restauradores de toda la vida, lo que pasa es que cuando los cocineros empezaron a llamarse restauradores, ya nadie sabe quién restaura qué y me lío mucho.

Diploma que tiene Mari Carmen en su cocina

Diploma que tengo yo en la mía

Por lo pronto, Berenice tiene muy buen gusto, una tienda de manualidades en Sevilla especializada en patchwork y un blog que se llama Maldita canilla. Fue ella quien ideó las categorías.
 Mari Carmen tiene:
  •  'Mejor chef'. Si no, a santo de qué le íbamos a dar una estrella Miguelín.
  • 'Mejor sofrito' - antes de que te des cuenta, ya te ha hecho un sofrito para lo que sea-,  
  • 'Mejor vino', porque es una entendida en vinos, también llamados caldos aunque no tengan fideos ni tropezones ni costrones de pan frito, otra ocurrencia que tampoco entiendo. 



Mis categorías son: 
  • 'Mejor chef'. Por el mismo motivo que a Mari Carmen, alias Tita Mari.
  •  'Mejor humor', que no parece que tenga nada que ver con lo de guisar, pero si estás de mal humor se nota en la comida, que todos sabemos que hay que cocinar con cariño, amor y todo eso, que hasta los restauradores de la tele lo dicen. 
  •  'Mejor pan tostado'. Esto es broma porque mi batalla con las tostadas del desayuno, ya la doy por perdida. No acabo de cogerle el punto. Las de miga compacta tardan más; las de pan blanco tardan mucho menos que las integrales, las de pan de pueblo, tardan una barbaridad...
 En fin, que se me queman las tostadas tan a menudo, que he perfeccionado la técnica del raspado y pienso que con un poco de interés que tuviera, podría ponerlo de moda, que después de la tortilla desestructurada ya pienso que todo es posible. Y con los residuos quemados seguro que podría hacerse una 'tierra' comestible al aroma de mi casa por lo menos.




Urta al horno

Ingredientes.
1 urta de 2 kg aproximadamente.
1kg de patatas.
1/2 kg de cebollas.
1 pimiento verde.
1 pimiento rojo.
Aceite de oliva.
Limón.
Sal.

Elaboración.
Lavar, desescamar y eviscerar  el pescado. Hacer un corte en diagonal.
En una fuente de horno, disponer las patatas peladas y a ruedas, la cebolla y los pimientos, a ruedas igualmente. Salar, tapar y hornear a 229º C durante 30 minutos aproximadamente.
A continuación, colocar el pescado encima de las verduras, salar y regar con un generoso chorro de aceite de oliva virgen.
Meter rodajas de limón en la cavidad ventral, tapar y hornear a la misma temperatura otros 30 minutos aproximadamente.
Sólo queda emplatar limpio de piel y espinas, acompañado de las patatas y las verduras. 
Servir caliente.