Y desde entonces los malagueños salimos a divertirnos con todo el calor como si nada, somos así de fiesteros. Tenemos dos Ferias: la de día o del Centro, y la de noche o la del Real. A mí me gusta la Feria de Día y siempre que puedo voy. A mi Manuel no nos gusta la Feria, de modo que desde que las niñas eran pequeñas, nos vestíamos de gitana con todos los arreos y nos íbamos a disfrutar mientras mi Manuel se quedaba tan contento en su butaquita pensando en sus asuntos que es lo que a él le ha gustado siempre.
Cortar el jamón en tacos pequeños |
Picar los ajos y la cebolla |
En aquellos tiempos, más de una vez se venía con nosotras mi hermana Conchi y sus hijos Caridad y Miguelito que solían venir todos los veranos desde Estados Unidos donde vivían y donde han nacido mis sobrinos. Un año, como ya eran mayorcitos, la niñera que contrataba nuestra madre para que ayudara a mi hermana con sus hijos se empeñó en que fueran vestidos para la ocasión. Caridad estaba guapísima con su traje de gitana amarillo y azul, el mantoncillo bordado, con sus flores en el pelo, los pendientes, el collar y los zapatos de tacón. Miguelito apareció vestido de arriba abajo de campero. Botos de Valverde, pantalón largo de paño oscuro, camisa blanca con chorreras abotonada en cuello y puños, tirantes, fajín verde y morado - los colores de la ciudad -, y sombrero cordobés bien encajado.
Cocer los cangrejos en agua y sal |
Dejarlos enfriar en el caldo y reservar |
- Conchi... ¿Este niño no va a tener mucho calor así vestido? Que estamos a casi cuarenta grados, que hace terral...
- No creo, ¿no? Es que este es el traje de flamenco... Y ya que vamos todas vestidas, pues el niño también. ¿A que está graciosísimo?
- Mujer, teniendo en cuenta que somos casi todas rubias con los ojos azules, que parecemos un grupo de flamencas holandesas, pues como que no desentona, es un gitanillo rubio con pecas muy lindo, eso es verdad. Bueno, pues que sea lo que dios quiera, ya que estamos vámonos para la Feria.
Enfilamos taconeando el paseo Reding, pasamos por delante de la plaza de toros de La Malagueta, y llegamos al Parque Central a golpe de abanico. Las niñas iban encantadas aireando sus volantes, Conchi y yo charlábamos no recuerdo de qué, y el niño resoplaba de vez en cuando. Teníamos ochocientos metros que recorrer que es lo que mide el parque. A los cien metros, empezó a ponerse colorado. Cincuenta metros después, ya arrastraba los botos. A los doscientos metros, escuché como el chiquillo decía: "tita... titaa... titaaa ". Era una especie de lamento bajito como un susurro agónico. Me paré, le quité el sombrero porque no se le veía la carita desde arriba, y ¡el niño estaba congestionado!
Sofreír el ajo, la cebolla, las guindillas y el jamón |
Añadir el tomate |
- ¡Conchi, Conchi, que a este niño le va a dar un golpe de calor, por dios santo!
- Ay, pobrecito mi niño, criatura..., que tiene los pelitos pegados, chorreando sudor.
- Si es que no puede ser, si es que se nos va a poner malo.
El niño ya decía: "agua, aguaaa" Salí corriendo para uno de los puestos de helados que había por allí, y compré un botellín de agua que le volcamos por la cabeza. Le abrimos los puños de la camisa y le mojamos los pulsos. Los botos se los tuvimos que dejar puestos, no era cuestión de que fuera descalzo pero el fajín salió volando de un tirón. Qué mal rato. Las niñas se alborotaron, y también querían que les echáramos agua por la cabeza, les entraron ganas de jolgorio. Normal. Al final se contentaron con polos de hielo, de esos que al primer chupetón que le das, se queda blanco no importa cuál es su color o sabor. Eso sí, manchan en color. Mucho.
Introducir los cangrejos |
Y un cucharón del caldo |
Una vez atendida la emergencia, intentamos tranquilizarnos aparentando que éramos gente normal y llegamos a la portada de calle Larios. Por fin hicimos nuestra entrada en la feria de Día. Muy bonita y animada. Las niñas iban bastante churretosas, el niño como si viniera de una riña navajera, despechugado, los faldones de la camisa medio por fuera, y nosotras al mando de la tropa, todos contentos. Lo pasamos bien, entramos en todas las casetas de las cofradías conocidas, bailamos todo lo bailable, comimos lo que en condiciones normales no comemos y volvimos a casa a las siete de la tarde. El sombrero cordobés se debió quedar en cualquier sitio, con tanto barullo. Nunca más volvimos a vestir a Miguelito de flamenco, y todavía no sabemos si nos ha perdonado.
Servir calientes con la salsa |
O sobre arroz blanco |
Cangrejos de rio en salsa de tomate
Ingredientes. Para cuatro personas.
1 kg de cangrejos de rio vivos*
1kg 200 g de tomate natural triturado.
300/400 gr de jamón ibérico en tacos pequeños.
1 cebolla grande o 2 pequeñas.
4 ó 5 dientes de ajo.
3 guindillas rojas.
Elaboración
*Si los cangrejos están vivos, hay que cocerlos en un caldo corto al vino blanco:
Agua
1/2 cebolla en cascos grandes.
1 ó 2 zanahorias raspadas.
1 ramillete de hierbas aromáticas o un ramito de perejil, laurel, un clavo de olor.
Unos granos de pimienta negra.
Vino blanco de buena calidad.
Sal.
Se hace cocer 45 minutos y se deja enfriar. Se cuela y se reserva.
Es mejor prepararlo el día anterior.
Para cocer los cangrejos, calentarlo y cuando llegue a ebullición, echar los cangrejos. Dejar cocer 5 minutos y otros diez con el fuego apagado. Colar.
Si los cangrejos vienen ya cocidos, yo les doy un hervor en el caldo corto igualmente, para que tomen más sabor.
Preparar la salsa de tomate sofriendo los ajos, la cebolla y las guindillas. Cuando empiece a ablandarse, añadir el jamón.
Cuando el jamón esté sofrito, incorporamos el tomate, la sal y una cucharada de azúcar.
Dejar cocer entre 20 y 30 minutos.
Poner los cangrejos escurridos y calentar todo junto.
Servir bien caliente con la salsa o con arroz blanco de acompañamiento. Pero siempre con pan.
¡¡¡ Es que realmente somos así....nos has dibujado a todos los malagueños a la perfección relatándonos ésta vivencia de dias de feria !!! Cueste lo que cueste, haga el calor que haga, aunque sudemos tinta hay que ir vestidos a la feria como tiene que ser, bien completo aunque nos derritemos. Pobrecitos niños....que lástima, lo que sufren...pero ¿Y lo que disfrutamos las madres viendolos vestidos de flamenco?
ResponderEliminarTengo que reconocer que yo tambien lo he hecho cuando eran pequeños....pero me ocurre como a tu dulce Miguel, prefiero quedarme en casa o sentada en el rebalaje, a la orillita de la mar.
Volviendo a la cocina.....nunca los he probado, nunca los he comprado y viendo como tu los haces, leyendo tu receta no me quiero quedar con las ganas.
Se ven deliciosos, riquisimos....lo tuyo no sólo es arte en escrib ir y describir vivencias, lo tuyo es arte gastronómico....
Muchos besitos.