viernes, 13 de julio de 2012

Goya coco, la Feria de Málaga y Don Miguel



Siempre me ha gustado el coco, y siempre he tenido que esperar a comprarlo en los tenderetes de la Feria de Málaga, hasta que empezaron a aparecer en las fruterías. Entonces, el problema pasó a ser cómo demonios abría el coco. Con el primero, me pasé un buen rato dándole martillazos por toda la casa y aquéllo no se abría ni a la de tres. Empecé en el suelo de la cocina, lo perseguí por el lavadero, luego por el pasillo y tuve que rendirme después de dar un espectáculo lamentable con el martillo en la mano y cara de psicópata. Al día siguiente la frutera me dijo que antes había que hundirle los ojos con un destornillador porque si no, imposible. Me dio grima...

De modo que asocio los cocos con la Feria, y la Feria con Don Miguel, el párroco de La Malagueta en los años 60. Era Don Miguel un cura antiguo, de los de sotana y beso en la mano por parte de la chiquillería cuando lo veíamos por la calle. Un hombre particular, sus misas eran de todo menos aburridas y eso que las decía en latín hasta que llegó El Vaticano II y le quitó misterio a la cosa. Sus sermones eran peculiares, porque hablaba de lo que le venía en gana pero sobre todo de política, que para aquellos tiempos ya había que tener valor.


Sus opiniones y ocurrencias eran muy comentadas. Una vez que tocaba hablar de la Anunciación de María, dijo que lo de que se quedara embarazada - del Espíritu Santo, claro - seguro que fue un escándalo, porque La Virgen y San José todavía no se habían casado por la Iglesia. Otra vez, fue a comulgar una madre con su niño pequeño en brazos y, cosa de los nenes, quiso agarrar la Sagrada Forma, así que le dijo ¡Nene, caca!, que era lo que se le decía a los niños cuando iban a tocar algo que no debían.
 Un día estaba confesando en el confesionario, como debe ser, y el parroquiano de turno no se enteraba de lo que le decía y, ya cansado, le dijo gritando: hijo mío, ¿tú no serás un 'Fulanitez', verdad? Era de dominio público que los 'Fulanitez' tenían tendencia familiar a la sordera, de modo y manera que a partir de ahí, toda la iglesia se enteró de qué iba la cosa.


Hasta finales de los 60, teníamos que ir a misa a la capilla de las monjitas de El Hospital Noble, estábamos de prestado mientras se construía la parroquia. Era y es una capilla pequeña y como no cabíamos todos, mucha gente oía misa desde el jardín y a los niños nos gustaba subir al coro, desde allí se veía mejor. Más de una vez, Don Miguel, en mitad de la consagración se dirigía a los parroquianos: los de la puerta, que se aparten que no ven los del jardín. No era un liturgo precisamente, la solemnidad no era lo suyo. Pero era muy buena persona y todos lo queríamos mucho.

Imagen tomada del diario SUR


El verano del 67 se montó la Feria en el parque y los cacharritos estaban justo delante de la capilla del Hospital Noble. Era domingo y estábamos en misa de once, hacía calor, los niños bullíamos en el coro, los del jardín con el cuello estirado como siempre, llegó el momento de la consagración y se escuchó a grito pelado:

I... wonder if one day that, you'll say that, you care
If you say you love me madly, I'll gladly, be there
Like a puppet on a striiiiing...

Unos feriantes habían puesto la megafonía a todo meter y Sandie Show nos cantó de cabo a rabo su Marionetas en la cuerda, con la que había ganado el Festival de Eurovisión de aquel año. Don Miguel miró a las alturas, no se sabe si con desesperación o con santa devoción y los demás seguíamos la musiquilla con entusiasmo. Fue mucho mejor que lo de las guitarras y cánticos que invadieron las iglesias tiempo después.

El coco me lleva a la Feria, la Feria me lleva a aquel domingo en que Sandie Show amenizó una misa y de ahí, a Don Miguel y sus ocurrencias, esto técnicamente se conoce como cadena de pensamientos pero para mí son recuerdos que me hacen sonreír.

Ingredientes.
1/2 litro de helado de vainilla. Si puede ser de vainilla de Jamaica, mejor. En caso contrario, unas gotas de esencia de vainilla solucionan el problema, pero tiene que ser esencia, no aroma.
1 botella de 1 litro de cava de buena calidad. Yo prefiero el Brut.
1 lata de leche de coco de la marca Goya.

Elaboración.
Tener el helado en el congelador hasta el último momento.
Enfriar bien la botella de cava.
Colocar todos los ingredientes en la batidora de vaso y batir hasta que se integre el conjunto.
Servir inmediatamente en copas de boca ancha.






viernes, 6 de julio de 2012

Pipirrana de huevas y las vocaciones infantiles


Cuando yo era pequeña, nos traían a todos fritos con la famosa preguntita: Y tú, ¿Qué quieres ser de mayor? Porque había días que lo tenías claro pero en cambio otros, preferías que te dejaran más rato antes de ir a la cama, por ejemplo y no tenías ganas de complicarte la vida. Siendo ocho hermanos, siempre había alguno en edad de soportar el interrogatorio. Una de las pequeñas tuvo un tiempo la duda existencial de ser o artista o monja, yo tuve mi época de bailarina de ballet, pero quien se definió desde muy pronto,  era otro de los peques: quería ser torero. Tanto, que con cinco o seis añitos le pidió a los Reyes Magos un kit completo:  capote de paseo, montera, capote de briega, banderillas, muleta y estoque. Toreaba divinamente de salón y se sabía la lidia entera, lo hacía él todo, lo que no deja de tener su mérito.

Pasábamos los veranos en la finca de Alhaurín El Grande, porque mi madre quería que cambiáramos de aires ya que vivíamos a pie de playa. Allí nos íbamos a corretear por la huerta, nos bañábamos en la alberca y por las tardes después de la merienda jugábamos a juegos de mesa, adivinanzas, contábamos cuentos, leíamos... no había tele. Los días eran largos y las noches oscuras como debe ser, nada de farolas ni luces en mitad del campo, era un descanso para la vista.




Una tarde estábamos en el rancho de los colonos Antonio y Frasquita, y apareció el futuro rival de El Cordobés que estaba en su mejor momento por aquellos años: mi hermano envuelto en el capote de paseo, con su montera puesta, pinturero y rubio.  Sonriente, guapísimo y muy torero, hizo el paseíllo, saludó a la concurrencia, se desmonteró, cambió la seda por el percal y empezó la lidia. Recibió al toro imaginario con unas verónicas muy bonitas, terminando con una larga que fue muy aplaudida. Luego el tercio de banderillas, que también salió a la perfección. Brindó al público que aplaudimos a rabiar, agarró la muleta y la espada, y comenzó la faena al primero de la tarde.

Empezó con unos naturales, siguió con unos derechazos y terminó la serie con el pase de pecho.
- ¡Ole, ole y ole! To-re-ro, to-re-ro, jaleábamos todos encantados de disfrutar una vez más del arte del niño. Al dar la vuelta para instrumentar unas chicuelinas, se topó cara a cara con el  becerrito que criaba todos los años Antonio el colono, que se había levantado sin hacer ruido, lo había traído desde el comedero y lo sujetaba con una cuerda. El animal no abultaba más que un perro gran danés, era muy pequeñito. La promesa del toreo se puso pálido, saltaron los trebejos por los aires y pies para qué os quiero. Salió pitando cuesta arriba hasta la casa principal donde estaba nuestra hermana mayor con una amiga que pasaba unos días con nosotros y entró como un rayo.

- El toro, el toro,¡Antonio ha soltado al toro!
- ¿Pero qué toro? ¿Qué dice este niño?

Por si sí o por si no, cerraron la puerta, la atrancaron, subieron a la planta de arriba y se asomaron al balcón a ver si se enteraban de algo. Se oían las carcajadas desde el rancho, y a mi madre que decía.
- Antonio, pero qué ocurrencias tiene usted, mire el susto que se ha llevado mi niño, hombre...
- Señora, ji el animalito no jace ná, que eh mu chico...
A partir de ahí, decidió que lo que quería ser era bombero para tocar los tambores en Semana Santa.


La pipirrana es una comida de verano, refrescante y liviana. Admite casi de todo: atún en conserva, gambas cocidas, restos de carne asada, o huevas de merluza cocidas como esta de hoy. Siempre le pongo huevos cocidos, que le dan un buen sabor y textura al mezclarse con el aliño de la vinagreta.

Ingredientes.
400 gr de huevas de merluza cocidas.
1/2 kg de tomates de ensalada, maduros y rojos.
1/4 de pimientos verdes de freír.
300 gr de cebolla o cebolleta.
2 huevos duros.
Aceite de oliva virgen.
Vinagre de vino blanco. También se puede usar vinagre aromatizado.
Sal.

Elaboración.
Cocer las huevas:
Llevar a ebullición agua con sal, unos granos de pimienta, una hoja de laurel y un chorrito de vinagre. Es importante que se pongan en el agua justo cuando empieza a hervir, así no revientan.
Lavar los tomates, quitarles las pepitas (yo los pelo, pero no es imprescindible) y cortarlos en cuadraditos muy pequeños, o sea en brunoise.
Hacer lo mismo con los pimientos y las cebollas o cebolletas.
Picar muy menudos los huevos.
Disponerlo todo en un cuenco grande y aliñar con la vinagreta.
Mezclar muy bien.
Entrar al frigo y servir bien fría.