domingo, 26 de febrero de 2012

Cazuela de fideos con alcachofas y coquinas, y la compañera Rosa



Mi hermana Rosa venía a comer a casa el domingo. Hacía un día precioso y quiso venir en autobús. Después de explicarle cuál la dejaba más cerca de casa, fui preparando la comida que era una cazuela de fideos, acompañada de una tortilla de patatas con habas. Llamó por teléfono.

- Oye, Maricruz, ¿el autobús de qué número me dijiste que tenía que coger?
- Pero ¿tú dónde estás?
- ¿Yo? En el centro, más o menos, hay mucha gente y los autobuses no pueden pasar. 
- ¿Y eso?
- Un jaleo, hija mía... 

Uh, éso va a ser la manifestación, pensé yo, y seguí con mis asuntos en la cocina. Manuel fue a recogerla a la parada del autobús y al rato aparecieron los dos, Rosa tan contenta con una botella de Ribera de Duero que le había pedido yo porque no teníamos vino, y Manuel riéndose.


- Ay, Maricruz, no veas qué mañanita. El chófer del primer autobús que cogí para ir al centro, cuando estábamos llegando, dijo que tenía que ir por El Camino Nuevo y el paseo marítimo, que por el centro no podía pasar. Vamos, que nos ha dado un tour turístico por media Málaga.
- Rosa, es que había una manifestación, que me he acordado yo cuando llamaste.
- Bueno, pues nos ha dejado a todos en calle Cuarteles, y por eso te he llamado. 
-  Entonces, has cogido el que te dije ¿no?
- Sí, uno que iba con mucha gente con banderines enrollados y como en grupo, y yo he preguntado qué pasaba. Entonces, uno me dijo: 'compañera, venimos de la manifestación, ¿usted no ha estado?'
- Ay, si yo creía que esto era por los carnavales, le dije yo...
- Jajajaja! Pero mujer...
- Y me ha explicado lo de la reforma laboral y ya de paso, pues le he hecho una consulta acerca de mi jubilación, ya ves.

Rosa es así. Aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid y ya que tenía un sindicalista a mano, va y  entabla conversaciones laborales. Y se puso a explicarme con todo lujo de detalles la situación, y cómo la miraban como si fuera una extraterrestre que no se enteraba de nada. Aunque le aclararon muy amablemente, que lo de los carnavales era por la tarde. Por si quería ir la compañera, digo yo.

Nos dio tanta risa, que no atinábamos a abrir la botella de vino. Tuvo que venir Manuel a poner orden.

Esta cazuela de fideos, es una variante de Esta receta que, por cierto, fue con la que inauguré el blog.

Ingredientes.
250 gr de coquinas malagueñas.
2 dientes de ajo.
1 cebolla.
2 tomates maduros.
1 patata grande.
1/2 kg de alcachofas.
Fideos del nº 4.
Pimentón dulce.
Aceite de oliva.
Agua o caldo de pescado.
Sal.

Elaboración.

Hacer un sofrito con los ajos, la cebolla, los tomates y el pimentón, y triturar. Añadir al caldo de pescado. Si no disponéis de caldo de pescado, podéis cocer las coquinas en agua, coláis y usáis ese caldo. A mí me gusta más que las coquinas se abran en el guiso, pero hay que asegurarse de que no tienen arena.










Limpiar y trocear las alcachofas y cocerlas en la preparación.













A los diez minutos, añadir las patatas troceadas.











A continuación, los fideos y dejar cocer el tiempo que indique el fabricante.
Un par de minutos antes, echar las coquinas bien lavadas.










Por último, la hierbabuena.










Servir bien caliente.












miércoles, 22 de febrero de 2012

Paella de chiringuito y el placer de vivir a pie de playa



Comer en un chiringuito es distinto a comer en cualquiero otro sitio. No pidas que se parezca a los  restaurantes al uso, gastrobares, ni establecimientos de diseño. Si vas a un chiringuito, más vale que sepas dónde te metes, de modo que no esperes florituras, manteles de tela ni protocolo, no vaya a ser que te pase lo que a mí cuando fuí a cenar en una especie de chiringuito en Virginia Beach, que le pedí a la camarera el cubierto de pescado, que se lo tuve que explicar y todo porque no sabía lo que era, y cuando le dije que en España (Europa) los usábamos, me soltó honey... tú... ¿qué pasa? ¿eres duquesa o marquesa o algo así?

De modo, que en cuanto llega el buen tiempo, algo se dispara en mi mente, que estoy tan tranquila en casa y de golpe, me entra el ansión y salimos pitando al chiringuito más cercano a cenar unos espetos de sardinas, unas almejas salteadas o lo que se tercie. Salvo los más conocidos, no hace falta reservar mesa, tú llegas y te acomodan donde pueden.

 Yo voy a los chiringuitos a comer sardinas en espeto, que en casa no se pueden hacer por pestes obvias. Además, necesitas un buen fuego, cañas para espetar y saber hacerlo que no es nada fácil. A mí me enseñó una vez un espetero y es un jaleo tremendo: hay que ensartar la sardina con la espina por un lado y terminar de ensartarla con la espina por el otro, una cosa muy complicada. Tampoco te pongas a comer las sardinas de los espetos con cuchillo y tenedor, cómelas con las manos que no pasa nada más, que luego te huelen a sardina, pero te las lavas y listo, que en los chiringuitos hay lavabos.

 No pidas silencio en un chiringuito, la gente es bullanguera. Basta que llegue un grupo que hable a gritos, para que los de la mesa de al lado como no se oyen bien, pues alzan la voz, y los de la mesa de más allá, lo mismo. Al final, todos gritando como locos, que al día siguiente estás afónico y te crees que es por la humedad de la playa y no, es por los gritos.



No hay menú en los chiringuitos. Tú llegas, te sientas donde te dicen y cuando sea, aparece uno de los camareros que hay por allí y que están siempre atendiendo a otras mesas, menos la tuya.

- Buenas, ¿Qué va a ser?
- Pues... ¿Qué tenéis?
- Tenemos de tó: almejas salteadas, coquinas, mejillones cocidos, conchas finas, gambas plancha, gambas cocidas,  salmonetes, salmonetitos, chanquetes chinos, boquerones, boquerones al limón, calamares, calamaritos, choco plancha, puntillitas, adobo, rosada frita, rosada plancha...
- ¿Y búsanos? ¿Hay búsanos?
- Voy a ver.
Y ése es el que ha metido la pata, el que pregunta por algo que el camarero no ha dicho, porque se va y averigua tú ahora cuándo va a volver. Lo mejor, es preguntar cuando ya han traído algo, por lo menos entretienes la espera comiendo.
Otra pregunta que suele hacer la gente en los chiringuitos es:
- Los boquerones (o lo que sea) ¿Son buenos?
- Digo, de la bahía, fresquísimos.
Como que te va a contar a ti, si los boquerones llevan tres días entrando y saliendo de la cámara... Que, la verdad sea dicha, los productos de los chiringuitos están frescos y es una maravilla comer en la playa, de verdad.

Pues a mis hijas no les gustaba la paella de pescados y mariscos, que solía hacer los domingos. Y como alguna que otra vez, hemos comido arroz en paella en un chiringuito, me inventé ese nombre para mi arroz, pero no dio resultado. Sigue sin gustarles, es como una tradición familiar: no a la paella de chiringuito de mamá. Pero os aseguro que está muy buena, a todo el mundo menos a ellas, les encanta.

Ingredientes.
3 y 1/2 tazas de arroz de grano redondo.
1 kg de mejillones cocidos. Guardar el caldo de la cocción.
400 gr de gambas.
6 cigalas.
250 gr de rape en rodajas.
250 gr de almejas.
1 pimiento verde.
2 tomates maduros.
3 dientes de ajo.
1.400 ml de caldo de pescado, incluyendo el caldo de los mejillones.
Aceite de oliva.
Azafrán o colorante alimentario.

Elaboración.
En una paella (paellera es la mujer que hace paellas) con el fondo de aceite, sofreír las gambas, las cigalas y el rape. Reservar.
En ese mismo aceite, hacer el sofrito con el pimiento, los tomates y los ajos bien troceados. Se puede añadir más aceite si hace falta.
Añadir ahora el arroz y el azafrán o colorante, y rehogar.
Volcar el caldo de pescado caliente sobre el arroz y llevar a ebullición a fuego fuerte. Poner las almejas para que se abran con el caldo.
 Cuando empiecen a verse los granos de arroz, se puede bajar el fuego a medio, pero teniendo cuidado de que no deje de hervir, para que no se pase el grano.  Salar ahora.
Si quiero que se socarre un poco, lo cocino siempre a fuego fuerte, hasta que oigo como si explotara el arroz.
Apagar y dejar reposar unos minutos.

Nota. Antes de servir, remover bien todo el arroz, que debe estar con los granos sin abrir.




El video de la receta, aquí

viernes, 17 de febrero de 2012

Cabrito guisado o el día en que todo lo hice al revés



Venía a comer a casa Mª Ángeles Sánchez, de http://www.cocinasinmiedo.blogspot.com/. Entrad en su blog, que es una gozada.
Como era la primera vez que nos veíamos en casa, le dí mi dirección por correo electrónico, aunque también tenía mi número de teléfono, hasta aquí todo perfecto. Se suponía que llegaba a las doce de la mañana, pero dieron las doce, las doce y media, la una y como en la canción de Sabina, por poco nos dan las dos y las tres.

Yo, tan tranquila en mi cocina dando los últimos toques al menú que tenía preparado: queso y salchichón de Málaga para picar; mejillones en salsa, de entrante; cabrito malagueño guisado; ensalada de brotes tiernos con nueces, pasas y piña; y de postre una marquesa de chocolate. Manuel vino a preguntar.

- ¿Y a qué hora dices que has quedado con Mª Ángeles?
- Pues a las doce, pero no sé yo qué habrá pasado, lo mismo no puse atención o yo qué sé. De todas maneras, tiene mi teléfono.

Ahí fue cuando caí en la cuenta. El móvil se estaba cargando en el despacho. Fuí a ver y había como cuatro llamadas perdidas. Llamé y era Mª Ángeles, que no encontraba la casa, no le había indicado el número de la calle, sí el bloque, la planta y todo lo demás, qué fatiguita me entró. La pobre mía llevaba desde las doce trotando paseo marítimo arriba y abajo, como la cabra de la legión el Jueves Santo, ay. Y venga a llamar, y yo como si nada. Cuando hablé con ella, estaba a la altura del Puerto.

Manuel fue a rescatarla, subieron a casa y apareció ella toda sonriente, con unos bombones y un bizcocho.
- Ay, perdóname por favor, míra que no ponerte el número de la calle, lo siento de verdad.
- Nada, nada, es que no tenía tu número de teléfono a mano, y he tenido que llamar a Carmen Rosa, pero tampoco lo tenía y entonces, he buscado en el día que hablamos tú y yo y allí estaba, pero no contestabas y...
- Uy, uy, siéntate en la mesa camilla, que está puesto el calentador, que hace mucho frío.
- Mejor no, es que tengo mucho calor. Esa criatura estaba sudando a mares y yo sin darme cuenta.
- Es verdad (tierra, trágame). Picamos algo, mientras salseo los mejillones, venga.
- Es que a mi... no me gustan los mejillones, os lo coméis vosotros mejor. Otra metedura de pata, tendría que haber preguntado si había algo que no le gustara, menuda anfitriona estaba yo hecha. La cosa se estaba poniendo cada vez peor, ahora sudábamos las dos, y yo estuve a punto de pedir que alguien me diera el tiro de gracia.

Así que nos fuimos al salón los tres, con el queso, el salchichón, una copita de tinto y estuvimos charlando como si nos conociéramos de toda la vida, Mª Ángeles hace que te sientas cómoda, es una persona muy "entrante", que diría un amigo mío.

Estos son los bombones que trajo, los hace ella y están exquisitos. Además, bonitos ¿verdad?


Charla que te charla, pasaba el tiempo y ya era tarde cuando fuí a la cocina a aliñar la ensalada y servir el cabrito, que había puesto al mínimo. Mª Ángeles, no tuve valor para decírtelo, pero te lo digo ahora: el cabrito había empezado a pegarse. Lo cambié de recipiente, que tengo dos iguales, procurando no rascar el fondo para que no diera mal sabor. Por eso, llegó más bien frío a la mesa ¿recuerdas que lo tuve que calentar al microondas? Pues eso.

Y menos mal que teníamos infusiones y té, porque tampoco me había preocupado de saber que a ti no te gusta el café. Te voy a regalar una camiseta que diga: yo sobreviví al primer encuentro con Maricruz.
Pero lo pasamos divinamente, la sobremesa fue genial y te prometo que la próxima vez todo saldrá perfecto, porque te lo mereces y por tu santa paciencia.

Ingredientes.
1 kg y medio de cabrito lechal malagueño troceado.
200 cc de aceite de oliva.
400 cc de buen vino blanco.
1 cucharada sopera de pimentón de la Vera.
Tomillo.
1 cabeza de ajos, separados y dados un golpe.
Sal.
250 cc de caldo de pollo o agua.

Elaboración.
La noche anterior, poner el cabrito en una marinada con todos los ingredientes, excepto el agua o el caldo.











Tapar y entrar al frigo.
Al día siguiente, colocar en una cazuela, añadir el caldo o el agua.

 Yo siempre pongo un par de tapones de corcho para que tarde menos en cocer, es una manía.

Cocer a fuego medio, hasta que el cabrito esté tierno y la salsa reducida.





Servir caliente. Se puede acompañar con patatas fritas, patatas panaderas, o con una ensalada.

sábado, 11 de febrero de 2012

Choco guisado en leche y la oración secreta



Edito: para este plato, no se utiliza vino blanco como digo, en realidad, se hace con brandy. Estas cosas pasan por escribir con el piloto automático, mil perdones. Rectifico.
Esta receta es de Mari, amiga de Maricarmen y mía. Las tres compartimos charlas, risas y recetas de cocina. Mari es de Huelva.
A Matalascañas, a un congreso andaluz, fuí yo hace ya muchos años cuando trabajaba en una asociación de Jugadores Patológicos en rehabilitación. Otra cosa no sería, pero entre Jornadas, Congresos, Convivencias y otros menesteres, más parecíamos agentes comerciales que una asociación terapéutica, venga a viajar y a dar charlas y conferencias.

Como ya estábamos organizados, compartíamos vehículos. A mí me asignaron al de un jugador que había dejado de jugar hacía muy poco tiempo, así que estaba de impulsividad a tope. LLegó media hora tarde al punto de encuentro, venía con su mujer, su hija de cinco añitos y otra jugadora, que ocupaba el asiento del copiloto.

Justo a la salida de Málaga, empezó a pisar el acelerador a fondo.

- Jonás, hombre, digo yo que no tienes que correr tanto, ¿no?, que no tenemos prisa...
- Jajajaja, se empezó a reir compulsivamente, tranquila, que yo conduzco muy bien.
- Si, todo lo que tú quieras, pero ten en cuenta que llevas a tu mujer y a tu hija, dije yo invocando la llamada de la sangre.
- Que no pasa nada, ellas ya están acostumbradas, jajajaja. Y más corría el hombre.

Y debía ser verdad, porque la mujer iba como si tal cosa, la niña directamente, se durmió. No insistí, porque sé que a un jugador nadie le dice lo que tiene que hacer, y mucho menos, cómo hacerlo, que como te pongas a llevarle la contraria, mucho peor. En ésto que Odette, la jugadora-copiloto, va y me dice.

- Tú no te apures, Maricruz, que yo sé una oración secreta de mi familia, que la rezo y no nos pasa nada malo.

En vista de lo cual, me dispuse a disfrutar del paisaje, pero no veía nada, intentaba fijarme en una casa o unos árboles, y zuuummmm, ya habían pasado. Es que no corríamos, volábamos. Así que me puse a pensar en mis cosas, total, nos iba a pasar lo que nos tuviera que pasar, me pusiera como me pusiera, mejor no preocuparse...
Al rato, caí en la cuenta.

- Oye Odette, ¿tú no ibas a rezar la oración esa de tu familia?
- Pero si hace ya tiempo que la he rezado, mujer.
- Ah, ¿sí? Pues fíjate cómo estoy, que no me he dado ni cuenta.
- Nonono, es que no la puedo decir en voz alta, ¿no ves que es secreta?

Es decir, que lo mismo había recitado La Canción del Pirata, el monólogo de Segismundo de La Vida es Sueño, o había hecho in mente la lista de la compra, vete tú a saber. A mí, ya me daba lo mismo y me dió por reír, qué otra cosa podía hacer.



Y de repente, ya veía el paisaje otra vez.
- ¿Por qué nos paramos? Pregunté yo. Es que había puesto el coche a 100 km/h, y claro, ya me parecía que íbamos despacio. Paramos en una cafetería y allí nos encontramos con muchos de los que viajaban al Congreso. Y yo, venga a preguntar a todo el mundo sotto voce si tenían un hueco en sus coches, pero estaban todos completos. No tuve más remedio que terminar el viaje en el coche-bala.

Cuando por fin llegamos al hotel en Matalascañas, salí tan aliviada que me dieron ganas de besar el suelo y todo, como hacía Su Santidad Juan Pablo II, pero como yo no soy Santidad, ni lo intenté que seguro que agarraba algo malo, eso de besar el asfalto es muy temerario, si eres una persona normal y corriente.

- Mira, Jonás, aunque tenga que volver en autobús, haciendo auto-stop o andando, yo no vuelvo a Málaga contigo, ya lo sabes.
- Luego me lo cuentas, que ahora me voy corriendo, que a las ocho el alcalde da una recepción a los de la asociación y eso yo, no me lo pierdo.

Ese era el motivo por el que habíamos venido a pique de una desintegración por exceso de velocidad, Su Majestad tenía que ir a la recepción. Salió con el turbo puesto, chirrido de neumáticos incluído y yo fuí a registrarme. La vuelta la hice en el coche de otro que ya llevaba tiempo abstinente, que me aseguré yo que era así,  y menos mal, porque Jonás se dañó las cervicales haciendo el burro en la piscina del hotel con otro jugador en rehabilitación, angelitos. Fue su mujer quien condujo a la vuelta, con Jonás y su collarín durmiendo detrás gracias a los miorrelajantes.

Ingredientes.
1 kg de chocos limpios y a tiras.
3 ó 4 dientes de ajos.
1 ó 2 cayenas o guindillas.
1 vaso de brandy.
1 cucharada de buen pimentón dulce (se puede añadir un poco de pimentón picante también)
Aceite de oliva.
Leche entera.
Sal.

Elaboración.
Sofreír los ajos pelados y partidos en el fondo de la cazuela de aceite de oliva.
Añadir los chocos troceados y rehogar hasta que blanqueen y añadir las guindillas.



Añadir ahora el pimentón y el brandy.


Por último, la leche hasta cubrir la preparación.


Hacer a fuego medio, hasta que los chocos están blandos y se haya consumido el exceso de líquido.

Probar de sal y emplatar. ¡Bon appetit!

domingo, 5 de febrero de 2012

Tocino de cielo sobre marquesa de chocolate y el precio de los huevos


Ese fin de semana, tenía previsto hacer un tocino de cielo, de modo que necesitaba una buena provisión de huevos extra. Rafaela, la portera de casa me había comentado que a ella le traían huevos de campo y que si yo quería le podía encargar. Le encargué docena y media para el sábado.

Al filo del mediodía le dije a mi hija Maricruz que bajara a ver si ya había recibido los huevos Rafaela, que le preguntara el precio para pagárselos. Seguí con mis tareas en la cocina, charlando con Manuel, mi hija Rosita y su amiga Marina, en aquella enorme cocina, pasábamos mucho tiempo todos juntos y allí hemos vivido momentos inolvidables. Ya pensaba yo que tardaba mucho en subir Maricruz, cuando sonó el timbre de la puerta. Era Rafaela, con cara de pocos amigos, un cartón de huevos en las manos y a su lado, la niña con cara de asombro.

- Ah, Rafaela, que no tenía usted que haber subido, mujer... la niña iba a bajarle el dinero ahora mismo.
- Esa es la cosa, señora, que aquí vengo yo con los huevos, porque nos hemos puesto a ajustar la cuenta y la niña se ha empeñado en... en... que se ha puesto a hacer unas cuentas muy raras, que me ha liado tanto, que ya no sé yo cuánto cuestan los huevos, que estoy muy nerviosa, mire usted.

En este punto, se le quebró la voz y casi que se echa a llorar sobre los huevos que sujetaba a duras penas, las manos temblorosas del disgusto.

- Pero Maricruz, hija, ¿qué ha pasado?
- Nada, mamá. Que me ha dicho que los huevos son a 32 pesetas la docena y como tenemos docena y media, entonces le he dicho que...
- Señora, que la niña me ha dicho que tenemos que dividir las 32 pesetas por doce, y así sabemos lo que cuesta un huevo y que después había que multiplicar... yo no estoy para estas cosas, que yo estoy muy mala de los huesos y del reuma, que me he liado mucho con lo de dividir y multiplicar y todo eso, y me he mareado y to con los nervios, que tengo el cuello mu malamente.
- Pero mujer, que no pasa nada, que yo le pago los huevos ahora mismo, que es muy fácil...
- Todo lo que usted quiera, pero no me vuelva a encargar más huevos, que no, que no, que no.

De la cocina salía un silencio expectante, nadie hablaba. Rafaela estaba cada vez peor, yo no sabía qué decir y Maricruz nos miraba con sus preciosos ojazos verdes y esa sonrisa encantadora e ingenua que tenía y sigue teniendo.

- Maricruz, ven aquí, por favor, dijo Manuel que era el encargado de batallar con la niña y su originalísima relación con las matemáticas y los números. Esto fue el detonante: Rosita y Marina se reían a carcajada limpia sin ningún recato, Manuel intentaba enterarse de los vericuetos de cálculo de su primogénita, yo pagué a Rafaela que se fue como alma en pena, mientras procuraba que no me notara las lágrimas de risa reprimida que ya tenía,  y hasta la gata que teníamos entonces salió a ver qué era tanta jarana.



Y esta fue la explicación que dió Maricruz.

- Cuando Rafaela me dijo que hiciera las cuentas, que la docena eran 32 pesetas, le dije: 32 pesetas más la mitad de 32, que son 16, pues son 48 pesetas ¿no? Y entonces, me miró fijamente y sin decir nada, así que pensé que lo mejor era hacerlo de otra manera para ver si salía lo mismo, que es lo que papá siempre me dice que haga... Pero Rafaela se puso muy nerviosa cuando nos pusimos a dividir por 12 y ya nos liamos las dos, ufff.

Desde entonces, cada vez que hablábamos de calcular algo, lo que fuera, siempre había alguien que decía Vamos a ver: entonces ¿cuánto cuesta un huevo?

Bastantes años después de aquéllo, Maricruz es licenciada en Filología Clásica, premio extraordinario Fin de Carrera, profesora de Instituto, madre de dos niños y sigue teniendo una visión muy particular de la lógica matemática. Yo tuve que buscarme otro suministrador de huevos de campo y Rafaela nunca volvió a ser la misma.

El postre de hoy, son dos postres montados juntos. Primero hay que hacer el tocino de cielo y sobre éste, ya hecho y frío, se vierte la preparación de la marquesa de chocolate. A continuación, se entra al congelador para que la marquesa cuaje bien. El tocino de cielo congela estupendamente, no pierde textura ni sabor. Se desmolda despegando con cuidado el postre de las paredes del molde y sumergiéndolo unos segundos en agua caliente. Se vuelca en la fuente de servir, y listo.

Tocino de cielo

Ingredientes.
6 yemas de huevo, más 1 huevo entero.
350 gr de azúcar.
350 gr de agua.

Elaboración (Thermomix)
Colocar el agua y el azúcar en el vaso. Programar 15 min. temperatura Varoma, velocidad 2.
Pasar a un vaso y enfriar.
Poner la mariposa en el vaso y echar las 6 yemas más el huevo entero. Programar 2 min. velocidad 2, añadiendo el almíbar poco a poco por el bocal.
Verter sobre el molde caramelizado, tapar con papel de aluminio y una tapadera encima y hornear al baño maría precalentado a 180º durante 50 ó 60 minutos, hasta que al pincharlo con un cuchillo, éste salga limpio.

Entrar al frigorífico y enfriar bien.

Elaboración (tradicional)
Hervir el agua con el azúcar hasta conseguir un almíbar de hebra flojo.
Dejar entibiar.
Batir las yemas con el huevo entero y añadir en forma de hilo el almíbar, siempre removiendo.
Pasar por el colador chino sobre el molde caramelizado.
Terminar como en la preparación explicada para la Thermomix.

Al día siguiente, hacer la marquesa de chocolate, os pongo el enlace a la receta Aquí

Entrar al congelador, yo lo dejé otro día entero.

Sólo queda desmoldar como he explicado y degustarlo. Espero que os guste.

Notas adicionales.
He usado caramelo líquido ya envasado, me dió la impresión de que el casero tarda más en licuar a la hora de desmoldar.
He untado el molde con aceite de girasol, antes de poner la preparación de la marquesa, para que no se adhiera tanto al molde.