domingo, 9 de febrero de 2014

Tortilla guisada, 'ponme pómulos' y otras frases que siempre he querido decir.


Hay frases que siempre  me han gustado, no por lo que puedan significar, sino porque me han hecho gracia, como: 'siga a ese coche'; '¿Es esto realmente necesario?'; 'esto no es lo que parece'; 'por encima de mi cadáver'; 'yo he venido aquí a hablar de mi libro' o 'ponme pómulos'. Y claro, siempre he querido decirlas, me ha parecido divertido jugar a ver en qué momento venían a cuento y ver la cara que ponía la gente.
Las hay con mayor o menor grado de dificultad, como la de los pómulos. Para decirla tienes que tener alguien que te maquille y eso no pasa todos los días. La primera ocasión que tuve de decirla fue cuando me llamaron de PTV, de un programa local que tenía Diego Gómez, para hablar del Juego Patológico.


Diego Gómez empezó en Radio Juventud de Málaga y era compañero de María Teresa Campos, quien luego dio el salto a la tele y se convirtió en 'chica Hermida', el que retransmitió la llegada del hombre a la luna como corresponsal en EEUU. Diego se quedó por aquí.  A Diego Gómez le gustaba mucho recitar, recuerdo cuando era pequeña su voz declamando en la radio "El seminarista de los ojos negros", una historia decimonónica de un seminarista y una señorita que ve pasar desde su balcón todas las tardes a los seminaristas que van de paseo y, al parecer se enamoran en la distancia y en silencio, hasta que una tarde ve pasar un entierro; era el seminarista que se había muerto, para abreviar. Las españolas de aquel tiempo lloraban a moco tendido por este drama ajeno que siempre es mejor que llorar por los propios. La radio era así.
Pues ese día llegué tan contenta a la entrevista pensando que por fin iba a poder decir los de los pómulos y resultó que no maquillaban a nadie.










 Durante la entrevista y de repente, Diego soltó:
- Y tú, con esos ojos, habrás convencido a más de un jugador para que deje el juego... Había inventado la oftalmoterapia, así como el que no quiere la cosa.
- Uh... Er... Yo... ¡Yo tengo mi título!-  contesté como una boba, mientras pensaba: ahora es cuando va y se lía a recitar lo del seminarista de los ojos negros, me da la risa y me echan. Pero no. Siguió hablando de mis ojos y de los ojos del resto de la gente. Reminiscencias del pasado, supongo.
 Volví varias veces más, pero quedamos en que él no hablaría de mis ojos y yo llevaría los pómulos puestos de casa.
Casi estaba resignada a no tener oportunidad de decir la frase, cuando me llamó alguien del equipo de Domi del Postigo, también ex-chico Hermida, de una emisora de televisión local, esta vez para hablar de las relaciones de pareja. Nos presentamos mis pómulos y yo a la hora convenida y ¡sorpresa! Me pasaron a maquillaje. Cosas de la vida, que cuando menos te lo esperas, salta un maquillaje.




De modo que me vi sentada frente a un espejo, con una maquilladora profesional rodeada de tarritos, pinceles, esponjas y borlas a mi lado y mientras trabajaba charlábamos. Cuando me puso el fondo de maquillaje, llegó el gran momento.
- Ponme pómulos, por favor - le pedí con mi mejor sonrisa.
- ¿Cómo? - preguntó ella a su vez, así como congelada en el tiempo.
- ¿Perdona? - repitió al ver que la miraba satisfecha como si hubiera llegado a la meta de una maratón y estuviera a punto de saludar a un público imaginario, brazos en alto y haciendo el signo de la victoria con los dedos ¡qué momentazo!
- Ay, lo siento, es que esa es una de las frases que siempre he querido decir. Y le conté lo de 'siga a ese coche' y todo lo demás.
- Ahhh...- dijo la pobre con cara de no entender nada.
- ¿Tú no tienes frases así, que te gustaría decir en algún momento?
- Pues no, la verdad - dijo ella pensativa.
- Pues yo sí. Y me quedé tan pancha.
- Bueno, pero ¿Te pongo pómulos o no te pongo pómulos?-, quiso saber ella echando mano de su profesionalidad.
- Venga, ya que estamos...
Al final, nadie se dio cuenta de que me habían puesto pómulos, pero eso era lo de menos, por fin había dicho mi frase que era de lo que se trataba. Todavía tengo pendiente lo de 'esto no es lo que parece', a ver si hay suerte.













Esta es una receta típica de aprovechamiento. Normalmente se hace para aprovechar las sobras de tortilla de patatas, yo la suelo hacer para aprovechar las sobras de las salsas. Ver la receta Aquí

Tortilla de patatas guisada

Esta vez no pongo ingredientes, sólo el procedimiento.
Si no tenemos restos de tortilla de patatas, hacemos una. Con cebolla o sin ella, como más nos guste.
Calentamos la salsa y cubrimos el fondo de una sartén o cacerola. Colocamos encima la tortilla y disponemos el resto de la salsa por encima.
Calentamos a fuego suave y eso es todo.

La salsa de tomate le va muy bien y una salsa de almejas a la marinera, mejor todavía.