lunes, 1 de septiembre de 2014

Caracoles al estilo Tano, los mercadillos, las mudanzas y el estrés


Parece ser que hay situaciones que generan estrés como: casarse; tener el primer hijo; las suegras;  trabajar dentro y fuera de casa; intentar que todo el mundo esté contento; la marcha de los hijos de casa - esto se llama Síndrome del nido vacío-; las tertulias de la radio y la tele; Paulo Coelho y sus frases;  la jubilación... y las mudanzas entre otros muchos estresores que ya puestos a tener estrés casi todo sirve.
A mí no me estresa mudarme, a mí me gusta. En esos días no hay horarios ni sitio fijo para comer; ni para dormir; ni para nada. En esos días ya te puedes olvidar de todo lo establecido que no pasa nada, estamos de mudanza. De modo que cuando en casa me han visto mirando los anuncios de inmobiliarias, se han echado a temblar. Yo tan contenta porque siempre ha sido para mejorar.


La última mudanza trajo un regalo extra: a dos minutos de casa había un mercadillo los miércoles y los sábados. Y es que a mí también me gustan las bullas. Agarras tu carrito, metes el dinero y las llaves en un bolsillo de los vaqueros y a disfrutar dando caderazos  aquí y allá. Es la batalla de mercadillo en la que o ganas tú o te quedas con las ganas de lo que sea: una prenda de vestir, una fruta, una tela monísima para hacer un mantel que termina estorbando por todos los cajones de la casa, plantas de interior o de exterior eso da lo mismo; zapatos, encurtidos, cacharritos variados... de todo oiga, que me lo quitan de las manos.











Un consejo: antes de meterte estilo kamikaze en la vorágine del mercadillo, hay que estudiar bien por dónde fluye todo. Es importante que entres en el carril de gente que lleva tu misma dirección, porque si no te encuentras luchando contra una corriente de personas que chocan de frente contigo sin miramiento alguno. El resultado es que no avanzas y te cansas antes de empezar. Las leyes de tráfico de los mercadillos no son las normales, son las que son. No todo fluye por la derecha, fluye hacia donde le dio la gana al primero que llegó y puede que te encuentres mirando los puestos hacia tu izquierda en vez de hacerlo hacia la derecha. Hay que poner atención a las islas que se forman cada vez que se paran dos o más personas a charlar en mitad de la vorágine, porque entonces aparecen unas líneas de flujo similares a las que se dibujan en los jardines Zen alrededor de las piedras con lo que se altera de velocidad de la marcha. Nada importante porque una vez que te dejas llevar por el gentío, ya puedes dedicarte a mirarlo todo. Te sales, miras lo que sea, das unas vueltecitas alrededor de las piedras parlantes, y luego te incorporas dando el caderazo correspondiente.


En los mercadillos hay que tener pocos remilgos. No pidas probadores. No hay. Pero puedes probarte la ropa allí mismo. Un día que vino mi amiga Mercedes, se quiso comprar un sujetador y la gitana se lo puso encima de la ropa, le quedaba perfecto según opinamos todos los que estábamos alrededor, y tanta gente no iba a equivocarse. Se lo llevó. Más complicado fue lo de los vaqueros, que yo me los pruebo en casa y el día de mercadillo siguiente los cambio si no me quedan bien pero ella no iba a venir desde Pedregalejo. Hicimos una especie de parapeto con una sábana que sujetábamos la vendedora y yo; Mercedes llevaba unas bragas color visón muy monas, que las vio media Málaga por una zona que no pudimos cubrir. No se los compró, de repente le entró un agobio un poco tonto que no entendimos nadie.












Lamentablemente cerraron el mercadillo porque los vecinos protestaron. O sea, un montón de años funcionando y lo cierran a los pocos de llegar yo allí, también es casualidad.
Menos mal que todavía nos queda el Tano, que es un bar de por aquí famoso por sus caracoles. Este es mi versión o propuesta, que diría todo cocinillas que se precie.


Caracoles guisados estilo el Tano

Ingredientes.
1 kg de caracoles precocidos.
Un puñado de almendras crudas repeladas.
1 rebanada o 2 de pan asentado.
2 dientes de ajo.
2 guindillas.
1 vaso de vino blanco.
Especias para caracoles.
1 cucharadita de Ras el Hanout.
Semilla de cilantro.
1 cucharada de pimentón dulce o picante.
2 hojas de laurel.
Hojas de menta al gusto.
Azafrán.
Sal.

Elaboración.
Hervir los caracoles siguiendo las instrucciones del fabricante. Enjuagar y escurrir.
Freír los ajos, las almendras y el pan. Triturarlo añadiendo una hojas de menta. Reservar.
Majar en el mortero las semillas de cilantro junto con las especias para caracoles, a las que se puede incorporar más guindillas si queremos que suba el pique.
Disponer los caracoles en una cazuela y añadir el resto de ingredientes. 
Ajustar de agua, de manera que cubra todo. Salar.
Cocer 30 minutos mínimo.
Servir bien calientes.
Mejoran de un día para otro.