miércoles, 20 de mayo de 2015

Mermelada de fresas. Aquí nada es normal.



Esas Navidades yo no estaba bien; demasiado cansada. Pero dado el tren de vida que solemos llevar todos últimamente, pensé que era lógico: mucho trabajo, poco descanso. Para mediados de enero, ya estaba arrastrándome como un gusano a punto de convertirse en crisálida. Ingresé por urgencias en el hospital con una bronco-neumonía y allí estuve dos semanas a base de antibióticos, aerosoles, oxígeno y mucho descanso.

Retirar el pedúnculo
Enjuagar bajo el grifo











Mi primera compañera de habitación se llamaba Pepa y era adicta a la tele, a charlar mucho y a dormir poco. La primera tarde se estropeó la tele que funcionaba con monedas.Yo, tan contenta; Pepa, descompuesta, llamó al timbre del puesto de enfermería y se oyó una voz que preguntaba entre crujidos de interfono.
- ¿Sí?
- Oiga, que no funciona la tele -, dijo Pepa con la voz más angustiada que si anunciara un infarto de miocardio, clamando al techo.
- Ah, pues llamen ustedes al número de teléfono que hay en el cartelito de la pared justo debajo del aparato-. A Pepa se le cambió la cara y mirándonos a mí y a mi cuñada Marisa que estaba de visita, declaró.
- Es que yo no sé leer, no fui a la escuela.
- Pues yo no puedo leer esto, con mis problemas de mácula, dijo Marisa.


Añadir dos cucharadas de zumo de naranja
Y el mismo peso de azúcar que de fresas
 Yo, con voz gangosa hice ver a través de la mascarilla del aerosol que no podía salir de la cama con la vía puesta para la medicación. Teníamos un problema absurdo: tres mujeres y no éramos capaces de enterarnos del número al que había que llamar. Estábamos listas, así que me dio la risa floja. Cuanto más me reía, más se mosqueaba Pepa, cosas del mono de tele, supongo.
- Marisa, mujer, mira a ver si puede venir alguien de alguna habitación a leernos el número de teléfono, anda...
Salió a dar una batida por los alrededores, y vino con un señor muy amable en cuya habitación tampoco se veía la televisión pero no habían dado la voz de alarma. Así que lo hicimos nosotras y devolvimos favor por favor.

Durante 40 min. aprox.


Cocer a fuego medio-bajo, chafando con un prensador

Pasaron con el carrito de la merienda y dijo Marisa.
- Hoy es martes, ¿no? Entonces, hay unas magdalenas buenísimas.
- ¡Qué suerte!-, exclamé yo, que me animo enseguida, y si es por una magdalena, más todavía. No hubo suerte, trajeron galletas tipo maría.
- Los martes y los jueves hay magdalenas -, puntualizó Marisa.
- Uhmm... voy a ver -, dijo la auxiliar.
- Yo prefiero magdalenas -, volví a gangosear a través de la mascarilla. Vino la auxiliar con una magdalena.
- ¿Y yo, qué? -, protestó Pepa francamente disgustada con tanto inconveniente.
- Usted no puede porque es diabética.
- ¿Yo diabética? ¡Si en mi vida he tenido azúcar, yo!...-, berreaba ya la pobre Pepa, atrapada en una tarde aciaga.
- Yo, eso es lo que tengo aquí puesto, así que...
 Pepa se tuvo que merendar las galletas y el descafeinado por las malas, refunfuñando a todo meter. 
Dice Marisa, que debe ser que hay pocas magdalenas y como están tan buenas, si no las pides, no te las dan. 

Espumar al final

A pesar de todo, la comida era apetitosa. Venía una dietista todas las mañanas a leerme el menú del día siguiente, para que eligiera. Luego se quejan de la Sanidad pública. A Pepa no le daban esa posibilidad, todavía no sabemos porqué. Dos días más tarde se fue de alta médica, lo mismo pidió el alta voluntaria, no le iba nada bien en aquel hospital, que lo último fue que se le ocurrió preguntar a una enfermera si era normal el color de su orina, y le contestó mirándola seriamente y moviendo la cabeza de arriba abajo: 'aquí nada es normal'. Nos quedamos... chof.
 El único inconveniente, es que en esa planta, todo el mundo tenía dieta sin sal. Cuando me trajeron la comida por primera vez, me quería morir.
- ¿Cómo que sin sal? ¿ Y eso por qué?

Comprobar que está lista
Embotar enseguida
- Porque en esta planta nadie toma sal, por la tensión y eso. 
Claro, en la planta de pulmón y corazón, es lógico pero hay que reconocer que la comida sin sal está malísima.
- Pues vaya -, contesté con cara de resignación. Aunque eso fue pura apariencia porque monté lo que podríamos llamar, un tráfico ilegal de sal. Pedí un salero a una de mis hijas, que me lo trajo a regañadientes, y se lo presté al de la habitación de enfrente cuando me pilló sazonando el estofado. El día siguiente, ya éramos unos cuantos pasándonos la sal, con lo que se armaba un revuelo y unas risas contenidas en cuanto aparecía el carrito de las comidas que no sé yo cómo no se dieron cuenta.
- Hay que ver qué jaleo se forma cuando venimos con la comida -, comentaban las del carrito, encantadas. Si lo llegan a saber... Bueno, pues ya lo he confesado. Ahora sólo espero que el delito haya prescrito, después de todo a nadie le dio un subidón de tensión. Las carreritas y risas son sanas, no tienen efectos secundarios adversos y son gratis. ¿Alguien da mas?


Mermelada de fresas

Ingredientes.
Fresas maduras.
El mismo peso de azúcar que de fruta limpia.
2 cucharadas de zumo de naranja.

Elaboración.
Retirar el pedúnculo a las fresas y lavar en un colador bajo el agua del grifo. No sumergirlas.
Disponerlas sobre papel de cocina y secarlas cuidadosamente.
Colocarlas en una cazuela, añadir el zumo de naranja y el azúcar. Llevar a fuego medio-bajo, moviendo con frecuencia para que no se pegue. 
Esta preparación hay que vigilarla continuamente, no es buena idea darse una vueltecita por la casa o charlar por teléfono mientras se hace.
Yo suelo ir chafando la fruta con un prensador de patatas, así quedan trocitos de fruta que, para mí, son agradables de encontrar.
A los 30 minutos, comprobar el grado de cocción poniendo una gota de mermelada en un plato limpio y seco, y ponerlo vertical. Debe resbalar muy lentamente. Apartar entonces. Si no está lista, seguir cociendo otros 5 ó 10 minutos más. 
El tiempo depende de la madurez de la fruta, de la fuerza del fuego... es orientativo.
Cuando esté lista, embotar en tarros de cristal esterilizados, tapar y poner boca abajo hasta que se enfríen. 






lunes, 4 de mayo de 2015

Torrijas de Lacrimae Christi (vino dulce de Málaga)


En Semana Santa, torrijas. Es la tradición. Y lo mismo de tradicional parece ser que llueva, de manera que los hermanos mayores de las cofradías se pasan toda la semana mirando al cielo y olisqueando el aire a ver si trae lluvia, no sea que se mojen los ajuares de sus sagrados titulares y la tengamos chica con grande. En honor a la verdad, últimamente no alzan sus miradas sino que las bajan mientras teclean en los teléfonos móviles para ver las previsiones del tiempo que, no es por quejarme, pero suelen seguir fallando. La meteorología no es una ciencia exacta.


Vino dulce, pan de baguette, huevos, aceite de oliva
Empapar el pan con el vino aligerado con agua











En Málaga, no llueve; en Málaga cuando dice de caer agua, diluvia. Y eso que llueve pocos días al año, en otoño y primavera, pero lo hace en condiciones. Y a mí me da por recordar cuando Yahvé se cansó de la maldad de los hombres - que era mucha -, porque sólo estaban maquinando acerca de cómo hacer el mal, y se arrepintió tanto de haberlos creado que hasta le dolía el corazón y todo. Además, los hijos de Dios tomaron para sí mujeres de entre las hijas de los hombres, que desde los tiempos de Eva tenemos la culpa-culpita de todo, lo que ya fue la gota que colmó el vaso de la divina paciencia, y entonces decidió que a partir de ahí, los hombres sólo vivirían ciento veinte años, nada de durar 969 años como Matusalén; o como el siguiente en longevidad que fue Noé quien murió a la temprana edad de 950 años. Que digo yo, que no sé qué tiene que ver lo del gusto por las hijas de los hombres con lo de acortar los años de vida de esa manera. Los designios de Yahvé, que son inescrutables.

Freír cáscara de limón para quitar el sabor al aceite
Pasar el pan por el huevo batido










Pues este Noé fue a quien Yahvé encargó que construyera un arca el día que resolvió dar carpetazo al asunto de una manera un tanto drástica: acabar con todo ser vivo y destruir la Tierra con un diluvio de aguas. Y como Noé era el único justo -ya es mala suerte crear toda una Humanidad y que sólo te salga uno en condiciones-, Yahvé le comunicó sus planes y de paso le mandó que construyera el arca con sus medidas exactas; que tenía que tener tres pisos y un tragaluz - por aquéllo de la ventilación -, y debían caber dentro su mujer, sus tres hijos, las mujeres de estos, siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de las correspondientes de  animales impuros y alimentos suficientes para todos. Noé ya tenía seiscientos años y como no cobraba pensión ni nada, no tuvo más remedio que trabajar para cumplir los designios de Yahvé, que antes la vida era tan dura o más que ahora.

Freír por ambos lados hasta que estén doradas

Total, que se lió a llover durante cuarenta días con sus noches y menos los del arca, el resto se ahogó. Para que aprendan a tener maldad. A los ciento cincuenta días, Yahvé se acordó de Noé y todos los que estaban en el primer crucero turístico de la historia, hizo soplar un viento seco y las aguas empezaron a bajar hasta que el arca se posó en el monte Ararat, el de los crucigramas. Yahvé le dijo a Noé que ya podían salir y éste en agradecimiento, sacrificó unos cuantos animales, más que nada para no perder la costumbre y arriesgándose a dar muerte a los únicos ejemplares de vete tú a saber que especie, de esos que los zoólogos echan en falta en la cadena alimentaria. Los extinguió Noé, seguro. Yahvé se conformó y prometió que nunca más iba a maldecir la Tierra por culpa del hombre que, de todas maneras ya se resignaba a que eran malos desde chicos. Y que no volvería a castigar a todos los seres vivos de esa manera, que no servía para nada .

Escurrir y pasar por azúcar y canela
En ese momento, quitar las 'barbas' del huevo










Desde entonces, y como señal de su promesa, después de las lluvias aparece el arco iris que, según los científicos, es el resultado de la refracción de la luz a través de las gotas de agua que hay en la atmósfera. Pero es que ellos no sufrieron lo del diluvio que a ver cómo se te queda el cuerpo después de aguantar el chaparrón, quiero decir, el aguacero. Que se lo cuenten a Noé y toda su parentela que, por cierto, somos todos nosotros, porque tuvieron que dedicarse a repoblar toda la Tierra de nuevo. Yavé, que mandaba unos trabajitos...




Torrijas de vino dulce de Málaga (Lacrimae Christi)

Ingredientes. No doy cantidades, lo dejo a criterio de cada cual.

  • Pan cortado a rebanadas. A mí me gusta la baguette, es suave pero firme.
  • Vino dulce de Málaga. En este caso, Lachrimae Christi. Es conveniente probarlo, y así sabremos cuánta agua hay que echarle. Yo lo rebajo con 1/4 de agua por 3/4 de vino.
  • 1 trocito de cáscara de limón, para quitarle 'fuerza'  al aceite de oliva de freír.
  • Aceite de oliva virgen extra para freír las torrijas. No me gusta el aceite de girasol para los fritos, una manía como otra cualquiera.
  • 2 ó 3 huevos batidos para rebozar las torrijas.
  • Azúcar blanquilla.
  • Canela molida.
Elaboración.

Disponer las rebanadas de pan en una o más bandejas, sin amontonarlas. Regar con la mezcla de vino y agua, y dejar el tiempo suficiente para que se empapen bien, sin llegar a romperse. Dar la vuelta al pan las veces que haga falta.
Pasar por huevo batido y freír por tandas en el aceite de oliva, en el que previamente habremos frito un trozo de piel de limón para quitar el sabor fuerte.
Escurrir en papel de cocina y pasar por una mezcla de azúcar y canela.
Colocar en una fuente de servir. 
Servir templadas o frías.