Pues hace como dos semanas, teníamos que comprar algunos regalos y como llovía a mares, en vez de callejear que es lo que nos gusta, nos fuimos mi Manuel y yo a El Corte Inglés, que hay de todo y además no llueve dentro. El resto del mundo tuvo la misma idea, qué ambientazo. Comprar, lo que se dice comprar yo creo que compraban poco, pero nos encontramos a todo calle Larios dando vueltas por allí. Sólo faltaban los que hacen de estatuas vivientes, el de los cupones de la ONCE, los que pasean a los perritos y el de las pompas gigantes de jabón.
Lavar los higos con cuidado |
Ya que estábamos, aproveché para comprar maquillaje que necesitaba y mi eau de parfum que había terminado y yo, sin mi fragancia, no soy la misma. Había una promoción: si comprabas otro producto más de la misma marca, te regalaban un kit completo de máscara de pestañas, serum antiarrugas, y no sé cuántas cosas más. A punto estuve de caer en la tentación, pero recordé a tiempo que ya tengo de todo eso y me resistí. Así es cómo vas a por una sola cosa y vuelves con la Visa echando humo y un montonazo de artículos que ni necesitas ni nada, y al final te hace tan poca gracia que cuando te pones el serum, te sale sarpullido y todo, del mal cuerpo que se te queda.
Partirlos en dos |
Tenía más o menos pensado lo que quería, de modo que la angustia del qué le compro a estas criaturas me la ahorré por esta vez y nos encaminamos a las tiendas de marca que hay todas juntas, y que tienes que fijarte mucho para saber dónde te encuentras, porque no están separadas. Tú piensas que estás viendo artículos de Bimba y Lola, por ejemplo, y cuando miras el precio te da un patatús. Sin darte cuenta, te has colado en Carolina Herrera y no es lo mismo, claro. Doña Carolina no se anda con tonterías a la hora de cobrar, y para eso hay que estar preparada desde unos días antes.
Colocar capas alternas de fruta y azúcar |
La vendedora estaba atendiendo a una señora. Es la ley de Murphy: si sólo estás mirando, se acercan en batallón a preguntarte si necesitas ayuda, pero si vas a tiro hecho, seguro que está la pesada de turno monopolizando al personal. Eso fue lo que pasó. La señora, hizo probarse a la dependienta todos los pañuelos de cuello que había, que eran muchos, mientras yo rezaba por que no fuera una fan de Isasaweis y no hubiera visto su vídeo acerca de 'las mil y una maneras de colocarse un pañuelo de cuello, bufandas y fulares', que dura la friolera de 14 minutos y 50 segundos. Muy bonito.
Terminando con el azúcar |
Estuvimos esperando tanto, que la dependienta nos miró desde lejos y nos dijo:
- En seguida les atiendo, un momento. Qué detalle...
- Nada, nada - dijo mi Manuel -, no se apresure, nosotros estamos aquí per-dien-do-el-tiem-po, tan a gusto. Y se quedó tan pancho. Yo me eché a reír y la señora nos miró como con rencor, no entiendo yo el porqué.
Añadir el zumo de los limones |
Al final, no compró nada, la vendedora nos atendió, yo pude comprar los regalos que quería y además, me compré un pañuelo precioso que, a ella le quedaba superbien, que me había fijado yo cuando la demostración. Me lo pongo de la manera cincuenta y siete del vídeo de Isasaweis, o sea, divino. Menos mal que la mermelada la había hecho el día anterior, porque había pensado hacerla al volver de las compras, ahí anduve lista.
Hervir a fuego suave, 45 min. |
Ingredientes.
2 kg de higos.
1 y 1/2 kg de azúcar.
El zumo de 2 limones.
Lavar los higos con cuidado de no deshacerlos, secarlos con un paño, quitarles el pedúnculo y partirlos en dos.
Colocarlos por capas en un recipiente, con el zumo de los limones, y el azúcar, alternando las capas de fruta con las de azúcar, empezando y terminando siempre con el azúcar.
Entrar al frigo al menos tres horas. Yo lo dejo siempre una noche.
Hervir durante 45 minutos, a fuego suave, removiendo con bastante frecuencia.
Los higos deben estar tiernos y el jarabe denso.
Dar unos golpes de batidora, si se quiere, y embotar en caliente, poniendo los botes cerrados boca abajo hasta que se enfríen.