Si oyes campanas y no sabes dónde; si hay agua manando de una fuente y estás en la cola del mercado; si la sirena de un buque atruena tu sala de estar... no te apures. No son alucinaciones auditivas, tienes acúfenos, o sea, ruidos en el oído también llamados tinnitus. Yo, por razones que no hacen al caso, tengo acúfenos aunque sólo en un oído que no digo cuál porque da lo mismo y además, no les hago ni caso. El asunto es que oigo en 'mono' en vez de oír en estéreo como casi todo el mundo. La consecuencia es que muchas veces me entero de todo al revés y me veo inmersa cual pececillo de pecera en situaciones la mar de chuscas.
Fui a hacerme un pre-operatorio precisamente para el tema del oído. Entre otras pruebas, te mandan una placa de tórax. Estábamos todos esperando en la clínica radiológica, cada uno para nuestras cosas, y me llamaron. Entré en esa habitación en penumbra donde te dan ganas de echar una siestecita, me dieron una bata de un color verde quirófano horrorosa, me pusieron delante del cristal ese que está tan frío, el radiólogo se fue a esconderse a su zulo y desde allí habló por el micrófono.
- Quieta, no respire... esto siempre te pilla con una necesidad de respirar tremenda
- Ya puede respirar... ufff.
- Ahora, una de perfil. Me doy media vuelta y espero la orden de no respirar, cuando noto que alguien me toca el hombro.
- ¡Que ya se puede usted vestir! Era ese hombre, que venía a ver porqué le daba la espalda y no me movía del sitio.
- Ay, perdone, que había entendido 'ahora una de perfil', que para eso es la placa, para operarme porque no oigo bien, y ando todo el tiempo orientando el oído bueno que parezco una imagen de un papiro egipcio, siempre de perfil, qué fatiga...
Mi hermana, que me acompañaba, dijo que se oían las carcajadas de los dos, desde fuera.
Mis hijas y yo salimos todas las Navidades a hacer las compras de los regalos.
- Bueno, niñas ¿Qué le vais a comprar a vuestros maridos?
- Yo, una cartera que la que tiene está muy usada, unos libros...
- Pues yo, un tu-tú.
- ¿¿Un tu-tú para tu marido?? Qué cosa más rara, hija...
- Noooo, ¡un tu-tú para el coche!
- ¿Un tu-tú para el coche? ¿Y eso qué es?
- Mamá, ¡Un bluetooth para el coche, para hablar por el móvil!
La gente se paraba a mirarnos, no podíamos ni andar de la risa y al final tuve que darles un empujón a ver si paraban ya, que yo estaba con las piernas cruzadas en una postura muy poco digna.
Pero lo que ha quedado ya para la historia familiar, es el día que estábamos todos en casa viendo una película en la tele.
- Ay, ¿Cómo se llama este actor? Ahora mismo no me acuerdo...
- Danielito, mamá.
- ¿Danielito? No me sonaba a mí mucho ese nombre, pero teniendo en cuenta que el personaje en cuestión es muy bajito... ¿¿Danielito??-, repetí yo un tanto asombrada.
- ¡Danny DeVito, mamá!
Desde entonces, cada vez que pregunto por el nombre de alguien, se llama "Danielito".
Ingredientes.
2 kg de mejillones.
1 kg de almejas o chirlas.
1 vaso de buen vino blanco.
Salsa de tomate. Si es casera, mejor.
Dos guindillas (opcional).
Limpiar los mejillones rascando bien las valvas, aunque ya vienen todos depurados, pero nunca está de más.
Tener las almejas en agua con sal durante una hora para que suelten la arena.
Abrir los mejillones al vapor con las dos guindillas abiertas por la mitad, y reservar. Yo los voy sacando a medida que se van abriendo, así no se secan y están jugosos.
En el líquido que han soltado, abrir las almejas con la cacerola tapada para que no se sequen. Reservar.
Colar el líquido por una manga de tela para que se limpie de impurezas. Reservar.
Calentar la salsa de tomate, añadir el vaso de vino blanco y otro tanto del líquido de cocción que habíamos reservado.
Reducir.
Emplatar los mejillones y las almejas y cubrir con la salsa bien caliente. Añadir unos triángulos de pan tostado untado con ajo.