jueves, 4 de diciembre de 2014

Albóndigas en salsa oscura y la pesadilla del chef


No he tenido yo suerte con esto de los talleres de cocina. Me apunté a uno de sushi y nos tuvieron esperando en la puerta cerrada a cal y canto. No había nadie. Llamamos al teléfono de contacto y nos dijeron que el chef tenía a un familiar en el hospital. Nos fuimos con los kimonos a otra parte.
Luego resultó que este hombre había viajado a Ceuta por motivos de trabajo y lo habían detenido porque los perros de la aduana descubrieron hachís en la estructura del coche. Pasó como dos semanas en prisión hasta que se aclaró que la droga llevaba allí desde que lo compró hacía muchos años y el pobre ni lo sabía. Contacté con él y como al parecer, no estaba pasando la mejor época de su vida, me despidió con cajas destempladas. Adiós taller y adiós dinero.

El sábado pasado, fui a un taller de arroces impartido por un chef, que incluía cuatro arroces diferentes más un arroz con leche de coco, anís estrellado y chocolate, de postre. Se hicieron cinco grupos y el chef repartió los platos para elaborar. Yo rogaba in mente: 'que no me toque el arroz con leche, por favor...', es un postre que hago muy a menudo y además no es que me atraiga especialmente. Pues le tocó a mi grupo - la primera en la frente - que éramos tres y había que hacerlo antes que el resto para que diera tiempo a que se enfriara.
Aquí os pongo la receta por si alguien quiere darse el capricho.











Al ver lo de los 85 grados en la receta, le pregunté.
- Miguel, lo de...
- Abel, me llamo Abel.
- Ay, perdona, es que no oigo bien de un oído, he entendido Miguel cuando te has presentado. Un nombre muy bonito por cierto, me gusta más que Miguel.
- ¿Y qué tiene de malo mi nombre?- dijo uno que lucía Miguel en su pegatina identificativa.
- Uy, vaya por Dios... También es bonito, que no es eso, a ver si me entiendes... Bueno Abel, que digo yo que si no tenemos termómetro para saber a qué temperatura están las yemas de huevo...
- Es que a más de 85 grados, se cuajan.
- Ya lo sé, pero si no tenemos termómetro...
- Lo que hay que hacer es tener cuidado -, dijo Abel dando el tema por zanjado. Ya íbamos por la segunda.

Parte de los ingredientes
Infusionando la leche con el anís estrellado


Estaban todos los ingredientes sobre la mesa de trabajo, menos la leche y la nata para la ganache, de la que me iba a encargar yo. Pregunté que dónde estaban y como nadie dijo nada, tuve que buscarme la vida, así que me fui al frigo y allí había, Poca, pero había. Puse el piloto automático y templé las dos cosas. Sin pensar, eché el chocolate, upsss. Así que cogí mi perolita y fui donde Abel.
 - Que he puesto el chocolate dentro, sin derretir. Da lo mismo ¿no?
- Tira ESO y empieza otra vez. 
- Pero Abel, fundiéndolo bien...
- Tira eso y sigue la receta. Esa fue la tercera.
- ¡Ahora mismo, faltaría más!

Abriendo el grano del arroz

Pues no quedaba suficiente nata. Ahí fue cuando me volví Roger Rabbit corriendo por toda la cocina, buscando en todos los armarios, abriendo cajones, y nada. Perdí la tarjetita adhesiva con mi nombre, creo que me quedé entre el frigo y el horno microondas.
- Oye - dije a una de las de mi grupo - ayúdame a encontrar la nata, que yo a Abel ya no le digo más nada, que me mira mal, como pensando '¿De dónde habrá salido esta mujer?' y yo creo que está nervioso y todo.
Abrimos una puerta que resultó ser la trastienda y allí nos dieron, menos mal.
En esto, la que tenía que calentar la leche de coco infusionada con el anís estrellado, preguntó.
- ¿Dónde está el azúcar?
- Ahí - dijo la otra del equipo, señalando un cuenco blanco.

La ganache
Ya terminado



A los pocos minutos, el chef Abel se acercó esgrimiendo una cuchara.
- Siempre hay que probar lo que se prepara, para ver el punto y poder rectificar la intensidad del sabor. Metió la cuchara, removió, sopló y probó. Todo el mundo pendiente.
- ¿¡Pero tú sabes qué has puesto ahí'? ¡¡Esto es sal, no es azúcar!! 
- Yo he preguntado y ellas me han dicho que era azúcar -, se justificó la compañera, señalándonos con un dedo acusador, qué poco sentido de equipo.
- Pues no hay más leche de coco, he traído la justa para la receta. ¡NO HAY POSTRE! Era la cuarta, ese hombre estaba enfadado de verdad y un chef enfadado es lo peor que hay, eso lo sabe todo el mundo. Se hizo un silencio espeso. Sugerí que podíamos hacer la ganache de todas maneras, y por lo menos, tendríamos trufas.
- ¿¡Trufas¡? ¿¡Trufas¡? ¿Y para qué quieres hacer trufas?
- Yo qué sé... para tener postre, ¿no?
Pues venga, ¡tú haz trufas, a ver qué te sale! 
- Hijo, yo era por ayudar... Qué nervio de hombre, dado a los demonios.

Risotto de setas y camembert
Arroz semi-caldoso de ibéricos










Alguien sugirió que podíamos hacer arroz con leche normal, y como no era yo, pues le pareció bien, aunque ya no era lo mismo, claro.
Fuimos a la trastienda otra vez y allí nos dieron leche y un contenedor de azúcar de esos de plástico estilo industrial de por lo menos 5 kg. Aun así, la probamos antes de usarla.
Terminamos la receta sin más problemas. A propósito, una yema de huevo son aproximadamente 20 gr, Abel dixit.
Los de los arroces salados se metieron en faena, las del desastre mirábamos, ayudábamos en lo que podíamos y me fui un rato a lavar cacharros, que mis Pipirranas me tienen muy bien enseñada a recoger. Las Pipirranas somos un grupo de blogueras de Málaga que nos reunimos de vez en cuando, yo hace mucho que no voy y las echo de menos, somos más relajadas en nuestros talleres. Chicas, esperadme para el siguiente.
El chef puso el turbo y a las 14:30 ya estábamos comiendo a toda velocidad. Todo muy bueno, incluido el arroz con leche famoso, que no era lo mismo como volvió a decir Abel y ya sabíamos todos.
No sé porqué, pero tengo la impresión de que estaban locos por que nos fuéramos.

Para compensar, traigo una receta fácil y con pocos ingredientes, de esas de diario y que gustan a todo el mundo.


Albóndigas en salsa oscura

Ingredientes.
500 gr de albóndigas ya fritas.
2 cucharadas soperas de harina normal.
1 cacillo del aceite donde se han frito las albóndigas.
El zumo de 1/2 limón.
1 hoja de laurel.
Agua, o caldo de verduras, o caldo de pollo.
Sal.

Elaboración.
Preparar unas albóndigas de las que solemos hacer. Sirve cualquier tipo de albóndigas porque lo que se pretende es mostrar la salsa que, de puro fácil y sencilla puede que se haya quedado sin publicar en los blogs gastronómicos.
Una vez fritas, las disponemos en una cazuela. Añadimos un cacillo del aceite donde las hemos frito y cubrimos con agua, o caldo de verduras, o caldo de pollo. Depende de lo que tengamos de fondo de nevera. Poner la hoja de laurel.
Salar y cocer tapadas.
Cuando estén tiernas, tostar la harina en una sartén sin aceite ni nada, removiendo hasta que tome un color lo más oscuro posible sin llegar a quemarse. Añadir el zumo de limón, y volcar sobre las albóndigas. 
Dejar que ligue todo junto, emplatar y servir.
Lo acompañé con arroz integral cocido, aromatizado con ralladura de limón.