jueves, 25 de agosto de 2011

Cebolla caramelizada de Maricarmen, Rumpelstiltskin y la extraña visitaa urgencias

Soplaba un Levante fuerte en El Puerto de Santa María y como no teníamos arneses para amarrarnos a los árboles, decidimos comer dentro de casa. Pusimos el aire acondicionado y yo, que aparte de calurosa soy muy lista, me puse justo delante del chorro de aire frío. A las 48 horas, tenía un fiebrón espantoso, Maricarmen llamó a urgencias y nos mandaron una ambulancia.
El conductor subió a la habitación y desde la puerta se puso los guantes. Mal empezamos, pensé yo, y  dijo que tenía que llevarme a urgencias para que me hicieran pruebas. La manía de hacer pruebas, con un antibiótico se arreglaba el asunto, pero ese hombre se empeñó y allí que nos fuimos Maricarmen y yo en la ambulancia hechas  unas marquesas. El resto se quedó en casa cenando y esperando noticias.
Uff, qué mareo me está entrando, dijo Maricarmen. Claro, la ambulancia no tenía ventanas, y como se movía, pues a marearse toca. Mejor, dije yo, así llegamos con carita de enfermas, no es cuestión de que aparezcamos rebosantes de salud. Cuando aparcó, me tuve que agarrar al brazo del conductor y sus guantes y me llevó hasta una silla en la sala de urgencias, mientras Maricarmen trastabilleaba hasta el mostrador para dar mis datos.
Y mientras nos recuperábamos, la ví: una enfermera vestida de enfermera-enfermera, con su uniforme azulito, sus vueltas de las mangas blancas y el cuellecito blanco, el delantal blanco con peto, medias blancas, zuecos azules y cofia. ¿Aquí en El Puerto van las enfermeras vestidas de clicks de Famobil?, pregunté yo a Maricarmen, y me dijo que era la primera vez que las veía, pero que estaban muy monas. Ella es elegante hasta en urgencias...
Nos llamaron por megafonía a la consulta nº 2. Allí había un jovencito barbilampiño, con su bata y su fonendo que va y me dice A ver, dígame qué desea. Hombre, que la vea alguien, que se encuentra mal, dijo Maricarmen que es más rápida que yo, que me ceñí a la formalidad de la pregunta y contesté que yo de-se-a-ba que me viera un médico o similar. ¿Y qué es lo que le pasa? dijo el jovencito. Ahí, ahí es cuando acertó, esa era la pregunta, porque lo del deseo nos dejó un poco pensativas a las dos, que luego me arrepentí de no haber pedido algo extraordinario de verdad.
Bueno, me hicieron una placa de tórax y otra vez a esperar. Y la sala empezó a llenarse de chinos, no me lo podía creer ¿Hay tantos chinos en El Puerto, o es la noche del dos por uno para los chinos? Porque había muchos chinos, no era cosa de la fiebre, que Maricarmen también los veía. Ya nos dió la risa floja y nos dedicamos a pensar lo que íbamos a pedir al médico jovencito estilo Rumpelstiltskin cuando nos llamaran otra vez.
Pues nos llamaron y ahora había un médico de verdad, que volvió a preguntarme los síntomas, la edad, si era alérgica a algo y si tomaba medicación para algo. Contesté a todo que no, menos a la edad que tuve que confesar la mía, eso lo hacen para fastidiar, seguro. Me auscultó y como tenía pitos, eso ya lo sabía yo que para eso los bronquios eran míos, me pusieron unos aerosoles con Ventolín, que pone como una moto, por poco me da un síndrome Parkinsoniano y todo, y me mandó un antibiótico para diez días.
Dos horas más tarde, nos fuimos en un taxi y allí se quedaron las enfermeras de Famobil, los chinos que seguían colonizando urgencias, el médico jovencito que preguntaba por los deseos y el resto del personal sanitario.
Cuando llegamos a casa y lo contamos, todos nos reíamos, es que a mí me pasa cada cosa, que...

Esta cebolla caramelizada fue lo que comimos el día que agarré la bronquitis, acompañando a unos confits de pato al horno que hizo Maricarmen que le salen exquisitos.

Ingredientes. No doy cantidades, no es complicado de hacer.
Cebollas.
Miel o azúcar moreno.
Brandy.
Pimienta blanca molida.
Aceite de oliva.
Sal.

Elaboración.
Cortar las cebollas en juliana y ablandar en un poco de aceite de oliva.
Añadir la miel, yo he usado miel de caña, y dejar caramelizar.
Poner el brandy, la sal y la pimienta y reducir, hasta que se evapore todo el líquido y la cebolla tenga color de caramelo.





2 comentarios:

  1. La cebolla tiene un color buenísimo, y si acompaña a un confirma mejor q mejor!
    Rumpelstiltskin era uno deis cuentos favoritos cuando era pequeña, de hecho aún lo conservo.
    Espero que estés recuperada de la bronquitis y ya en plena forma :). Besicos!

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  2. Hola guapa!! Claro que ya estoy divinamente :)
    Gracias, me alegro de verte, eres una de mis blogueras favoritas, muchos besitos :)

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