En los años 70 los estadounidenses no acostumbraban a viajar fuera de su país, excepto los de la Navy que, como cantaban los Village People eran los que podían surcar los siete mares, bucear, volar, aprender ciencia, tecnología, oceanografía y, en definitiva hacer sus sueños realidad, que ya es decir. El resto de ellos nos veían a los europeos en general como gente rara y a los españoles en particular como gente ya exótica y medio moros, que hasta uno me preguntó un día: España, ¿cae antes o después de la India?, y a mí se me puso una carita...
Un día llamaron a casa los de la tele del estado de Virginia, para invitar a mi hermana Rosa a un programa matinal, de esos que ve la gente mientras desayuna, para que bailara flamenco y de paso hablaban de la colonia de españoles de la zona. Rosa siempre ha bailado flamenco estupendamente, ella fue la que más aprovechó los años de clases de baile con el maestro Rosén en Málaga donde fuimos todas nosotras. Así que me dijo:
- ¿Te vienes a bailar conmigo a la tele?
- Pues bueno.
- Que dicen que si podemos ir unas cuantas, en plan cuadro flamenco.
- Pues bueno.
Avisamos a todas las españolas pero sólo se atrevió una amiga de Rosa, que era de Cádiz y estaba casada con un norteamericano, al resto le daba vergüenza, no sé porqué, las únicas que teníamos que bailar éramos Rosa y yo. Y me acordé de mi amiga Bernardette, una francesa que estaba allí de au pair y resulta que dijo que sí, total como le dije que era para hacer bulto, pues no le importó. Ya éramos cuatro y al final también llevamos a la hija de la amiga de Rosa, una preciosidad de cinco añitos.
Cuando ya se nos había olvidado el asunto, llamaron para decir que la semana siguiente grababan el programa. Elegimos la música, nos probamos los trajes de gitana, a Bernardette le pusimos uno de Rosa y el día convenido nos presentamos en la emisora. Llevábamos el disco con la música, los trajes, cuatro sillas de enea con su mesita a juego, unos mantoncillos y hasta un botijo y un cántaro de barro para dar ambiente andaluz.
Ya preparadas, entramos en el plató y nos recibieron los presentadores que nos miraron y preguntaron si éramos las españolas, porque la única morena, morena, era Rosa. La gaditana, castaña clara y Bernardette, la nena y yo rubias con los ojos azules. Quedaba raro. Bernardette no dijo ni pío porque habíamos quedado en que no hablara, por si acaso. Encendieron los focos y ya no veíamos nada, vaya luz más fuerte.
Hicieron las pruebas de sonido con la música, nos dijeron que acompañáramos tocando las palmas y fue espantoso: las españolas íbamos cada una a nuestro aire, Bernardette parecía estar matando mosquitos entre las dos manos y la pequeña aplaudía con un entusiasmo digno de su corta edad.
- ¡Un momento, un momento! Este jaleo no queda nada bien, dijo alguien desde las alturas.
Entró al círculo de luz, uno con los cascos puestos.
- Podríamos quitar el sonido ambiente, pero lo necesitamos para el zapateado, dijo el muchacho.
- Ah, no hace falta, el disco ya tiene todo eso, dije yo porque era verdad, además, vamos a bailar algo que no es de taconeo, más bien es de contoneo. Era unos tangos de Cádiz de El Pericón de Cádiz, que los cantaba como nadie. Asunto arreglado.
Al terminar, reapareció de las tinieblas el de los cascos, esta vez con un señor alto y enjuto como una espingarda, vestido de negro con una camisa blanca abotonada hasta el cuello, gafas de pasta negra, un sombrero cordobés que le iba como a un Cristo dos pistolas y una guitarra eléctrica. Era uno de Oregon, aficionado a todo lo español que iba a tocar algo para poner el broche final al espectáculo. Se sentó, nos pusieron a todas a su alrededor para hacer bonito y se arrancó con La Cumparsita. No pude más, solté una carcajada y se oyó de nuevo la voz de las alturas.
- A ver, la que se ríe: un poco de seriedad, que no tenemos todo el día.
Me disculpé, el de Oregon empezó otra vez con el tango y casi al final se equivocó pero nadie dijo nada. Ahora sí que habíamos acabado. Nos despedimos muy agradecidos todos, los de la tele porque habíamos ido, y nosotras porque nos habían invitado. El de Oregon desapareció en la oscuridad como tragado por un agujero negro y nunca más volvimos a verle. Al día siguiente pasaron la grabación y lo último que se vio fue a Rosa con los brazos en jarras, moviendo la flor de lo alto de la cabeza a los lados y mirando al techo con gesto de desesperación, justo al equivocarse el amante de todo lo español-argentino. La voz que hablaba desde las alturas estuvo una temporada a base de tranquilizantes, seguro.
Esta receta la aprendí allí, es un pan de carne o albondigón al horno, pero no me gusta demasiado esa traducción, siempre lo hemos llamado Meat loaf en casa y le encanta a todo el mundo.
Ingredientes.
1 kg y 1/2 de carne picada. Yo suelo poner 1 kg de ternera y 1/2 de cerdo, pero eso es a gusto de cada uno.
1 pimiento verde.
1 cebolla.
2 ó 3 dientes de ajo.
1 taza de pan rallado.
1 buen ramo de perejil.
2 huevos cocidos.
2 huevos crudos.
Salsa ketchup de buena calidad.
Sal.
Pimienta negra recién molida.
Elaboración.
Colocar la carne en un cuenco. Añadir el pimiento, la cebolla, los ajos y el perejil troceados muy pequeños. Salar.
Batir los dos huevos y mezclar bien con la carne.
Añadir el pan rallado y unirlo todo bien.
Darle forma de barra de pan en la fuente de horno. Abrir un hueco en cada extremo e introducir un huevo cocido en cada uno. Volver a cerrar.
Cubrir con el ketchup y entrar al horno precalentado a 180º durante hora y media o hasta que al pincharlo con una brocheta, salga el jugo claro.
Dejar enfriar, lonchear y servir.
Os imagino la cara que pondríais al ver al amante de lo español cantando un tango.
ResponderEliminarEn cuanto a la receta, debe quedar muy rica.
Besos
Reme, que fue un sorpresón, con guitarra eléctrica y todo!!
EliminarSi pruebas a hacer la receta, ya verás qué fácil y lo resultona que queda :)
Besitos
Menuda "fiesta" que debísteis montar... jejeje.
ResponderEliminarLa pena es que todavía muchos siguen pensando, como entonces, que España sigue siendo un país de charanga y pandereta, y lo mismo parte de razón no les falta... :-(
Como siempre Maricruz en tu línea, buena historia y mejor receta, ¿o al revés?. Tanto monta...
Saludos.
Posti, tienes razón, demasiada charanga y pandereta hay todavía por aquí, pero en fin...
EliminarNo sabes tú bien cómo lo pasamos! Y nos llamaron los vecinos, amigos y conocidos que nos habían visto y que había estado muy bonito. Los pobres... jajaja.
Gracias :)
Besitos
Vaya cuadro, para veros...Hasta los mismos americanos de la tele se daban cuenta de que teníais poco de flamencas jajajjaaj qué me río con tus historias.
ResponderEliminarCuando he visto el meat loaf he pensado qué sería eso rojo que tiene la carne por encima, parecía que esta embtida n un pimiento rojo gigante. ¡Y es el ketchup que se ha puesto de esa tesitura en el horno!
Sinceramente no sé si me gustaría el meat loaf. Si queda seca, regulín...Eso sí, yo quiero un trozo que lleve huevo! jejej
Un besote!
Ya te digo, de flamencas, nada de nada! La única, Rosa que baila divinamente, pero eso sí, todos lo pasamos de escándalo :)
EliminarLaurita, yo creo que no te iba a gustar, porque la carne queda seca, es para cortarla a lonchas. Pero se puede poner un poco más de ketchup o mayonesa por encima.
¡¡Ole ahí mi guapa flamenca!!, si es que le mete mano a todo, todito. Ese meat-loaf creía que era algo mas dificil y es muy vistoso para cuando tengas invitados, te la copio que, acompañado de un cuadro menos extraño "pisto español con su huevo estrellao y papas fritas" estará pá reventar de bueno.
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