Y es que las actividades extra escolares no son cosa de ahora, las actividades extra escolares las inventó mi madre que con tanto niño pululando por allí, durante el curso nos tenía bien atareados. Los chicos jugaban al frontón con mi padre, las chicas aprendíamos baile con el maestro Rosén y todos juntos tocábamos música.
Los jueves aparecía por casa Don Juan Ramón, que era el profesor de música, y tras los saludos de rigor, daba un La natural y después de unos cuantos cling-cling, clong-clong, y clang-clang, ya estaban los instrumentos afinados, listos para tocar. Éramos lo que el maestro llamaba pomposamente un Conjunto de pulso y púa, pero en realidad éramos más bien una rondalla, una especie de tuna sedente de cinco instrumentos. Había una guitarra, un laúd, una bandurria y dos que tocábamos el acordeón.
Aprendimos pasodobles, pasacalles y otras piezas, nunca dimos ningún concierto. Bueno, la guitarra y la bandurria tocaron una vez en un teatro de Málaga en una función benéfica y las del acordeón tocamos en la sede de Cáritas, teníamos menos caché. Llegamos a interpretar La Barcarola de los Cuentos de Hoffman y Santa Lucía con bastante dignidad y deslizándonos, como decía el maestro, que la música debía ir con suavidad, nada de andar a porrazos y trompicones. Yo era la de menos edad del grupo y también me encargaba de la percusión, o sea, las castañuelas y la pandereta, aunque nunca me dejaron dar saltos por el salón con la pandereta, que es lo que a mí me hubiera gustado.
Con el tiempo, un amigo del que tocaba la bandurria también se sumó y era muy gracioso. Diré que se llamaba Paquito, aunque no se llamaba así, pero le pongo ese nombre para seguir las normas del buen bloguero y respetar su privacidad. También tocaba la bandurria, creo. Pues no sé de dónde salió la idea, pero alguien le puso letra al pasodoble Carrascosa, que como todo el mundo sabe, es instrumental como nuestro Himno Nacional. Paquito lo cantaba con mucho arte y una voz cristalina que ya quisiera Joselito con su Campanera. De modo que dábamos la entrada con los instrumentos y en el momento adecuado, Paquito arrancaba:
La seña Lolaaa, la del estancooo,
ésa que tieneee los pelos blancooos,
la seña Lolaaa, del estanquillooo,
va a casar a su hijaa, con Don Juanillo.
Y ya no recuerdo más. La canción seguía hasta el final, y todos acompañábamos con mucho ritmo y entusiasmo, mientras Don Juan Ramón marcaba el compás y miraba con orgullo a la concurrencia, que eran los tres más pequeños a los que aprovechaban para dar la cena, y mi madre.
Os pongo la Carrascosa, por si quereis probar a cantar La seña Lola. En 0:22 tomáis aire y en 0:23 ya podeis cantar. Suerte.
Tampoco sé de dónde vino este Caldo gitano, que a mi padre le encantaba y a mí, nada. Era oir que había caldo gitano para comer y empezaba a resoplar, hasta que mi madre me miraba de aquella manera y tenía que parar. Según he ido cumpliendo años, me ha ido gustando y ahora la hago de vez en cuando mientras canturreo Carrascosa y me contoneo por mi cocina.
Supongo que era una receta de la cocinera de casa y parece el antecedente de la Vichyssoise, lleva puerros y patatas, pero no está triturada y tampoco lleva leche ni nata.
Ingredientes. (Para 4 personas).
1 kg de puerros.
1 kg de patatas.
1 huevo por persona.
2,5 l de caldo de pollo o de verduras, aprox.
Aceite de oliva.
Sal.
Agua, si no teneis caldo y lo haceis con caldo concentrado, como lo he hecho yo esta vez.
Elaboración.
Limpiar y lavar bien los puerros, aprovechando la parte verde. Cortarlos en trozos grandes, dos o tres, según sea su tamaño.
Rehogarlos en un fondo de aceite en la cazuela y añadir el caldo o el agua. Dejar cocer hasta que estén casi tiernos.
Pelar y cortar las patatas a trozos grandes, chascándolas y añadir al guiso. Salar.
Servir todo junto y tomar primero el caldo.
Freír los huevos y colocarlos sobre los puerros y las patatas que habrán quedado en el plato.
De casta le viene al galgo...
ResponderEliminarNo sabes tú bien la casta que tenía mi madre, Posti...
ResponderEliminarY además, guapa pa reventar!!!