Ya comentaba en una entrada anterior, que me he apuntado al método Montignac, que es una manera diferente y más sana de comer, y a mí me gusta porque las comidas no caen pesadas, tomas más fibra, no tienes que andar mirando calorías, ni pesando las raciones. Es más: aconseja que no te quedes con hambre, es la primera vez que me lo dicen ¡increíble! En realidad, no suelo pasar hambre, no soy de mucho comer, tampoco era de engordar. Mi problema es de malos hábitos: sedentarismo y una ingesta inadecuada. Demasiados hidratos de carbono y fritos.
Montignac era francés, y digo era, porque se murió en el año 2010, Dios lo tenga en su santa gloria. Según contaba él mismo, tenía tendencia a engordar por familia -no se sabe si por línea materna o paterna-, y harto de seguir dietas que cuando las dejaba era peor, se dedicó a experimentar con él mismo. Eso es estar desesperado y saber salir airoso.
En cambio, y como no hay nada perfecto en este mundo, los hidratos de carbono, los azúcares y los fritos (ay, mis boqueroncitos fritos de mi alma), están super prohibidos. También tienes que andar mirando las tablas del Índice Glucémico de los alimentos, será por mirar; hasta que te las aprendes, que no se tarda tanto. Es curioso, porque la gente que está a dieta se mata a comer sandía y melón, y Montignac debe revolverse en su tumba. Demasiado azúcar: prohibido.
Con estas recetas 'a la Montignac', no voy a contar mis historias. A ver si soy capaz de hacer una pequeña introducción y pasar directamente a lo que importa. Las que no tengan la etiqueta 'Montignca' seguirán con mis cosas de siempre, que tengo mucho que contar aún.
Alitas de pollo al horno con jengibre y laurel
Ingredientes.
1 kg de alitas de pollo.
1 cabeza de ajos.
100 ml. de aceite de oliva virgen extra.
200 ml. de vino blanco de buena calidad.
4 ó 5 hojas de laurel.
Jengibre fresco rallado.
Sal.
Pimienta.
Elaboración.
Pasar las alitas por la llama para quitar restos de plumas y pelos. Disponer en una fuente que vaya al horno y salpimentar.
Rallar el jengibre y emulsionarlo con el aceite en un cuenco. Añadir el vino blanco y batir con las varillas. Volcar sobre las alitas.
Dar un golpe a los dientes de ajo y esparcirlos sobre las alitas, así como las hojas de laurel rotas con las manos.
Entrar al horno precalentado a 200º, calor arriba y abajo. A los 30 minutos, dar la vuelta y seguir durante 30 minutos más, hasta que estén bien doradas. Sacar y reservar calientes.
Triturar la salsa y colocar en una salsera. Emplatar y servir.
¡¡ Dieta o no.....las alitas están espectaculares, de categoría....no sólo la receta, sino también la presentación !!
ResponderEliminarY de vez en cuando, rompe la dieta....no dejes ésos boqueroncitos fritos.....date el capricho.
Besitos.
Gracias, Toñi.
EliminarLa verdad, es que están buenas y se comen sin remordimientos, así que Monsieur Montignac descansa tranquilito...
Lo de los boquerones, ya lo he solucionado con lo que me ha dicho Rocío, ole! De todas maneras, los fritos ya no me atraen tanto, lo que son las cosas.
Muchos besitos.
Qué rico! Yo ya acabé la Montignac, pero estoy de mantenimiento. Me permito indicar un truco que a mí me ha servido: freir los boquerones rebozados con harina de garbanzo (en Cádiz le ponen a las frituras y está muy bueno), que la venden en la tienda del Pasillo de Santa Isabel, o con salvado de avena. Los he comido toda la dieta y he adelgazado casi siete kilos. Animo y prueba! Legumbres sí deja comer el Monty, aunque limitadas. Un beso.
ResponderEliminarQué truco más bueno, Rocío! Yo hago lo de la harina de garbanzos cuando tengo que enharinar pescado para guisar, por ejemplo, merluza en salsa de almejas.
EliminarAsí que a partir de ahora, un manojito de boquerones malagueños fritos, me voy a permitir de vez en cuando, y a tu salud!
¿Tú también compras en Moraleda?, ¿que también le llaman 'El reloj'?
A mí me encanta ir allí, tienen de todo, y huele a especias, mmm...
Muchos besitos, guapa y gracias por el truki.