domingo, 31 de julio de 2011

Mejillones a la marinera, ay qué placer...

Todo lo que lleve la coletilla a la marinera, me atrapa, eso es lo que tiene haber nacido en puerto de mar, que nos volvemos marineros y ya no entiende una las ciudades que no están limitadas por el mar o la mar, que también se dice. Porque, vamos a ver: qué más dará poner una ciudad un poco a la derecha, izquierda, arriba o abajo, si no hay nada que delimite. Vale, puede haber un río o dos, o unas montañas, pero siempre se podía haber puesto más acá o más allá. En cambio, el mar es el mar, está ahí y lo llena todo, no sé si me explico...
En resumidas cuentas, los de la costa tenemos más sal en la sangre, la mirada más amplia y más reúma, la humedad es muy mala para los huesos. Son las gabelas que hay que pagar por disfrutar del espectáculo.
No sé si es por eso, pero me gusta el pescado y todo lo que venga de la mar, incluídos los mejillones, por supuesto. Los hago de todas maneras posibles y en mi fichero de cocina tengo varias modalidades de preparación a la marinera, que tienen por título Mejillones a la marinera; mejillones a la marinera (otra); mejillones a la marinera (y otra) y mejillones a la marinera (y otra más), no direis que no soy organizada.
Esta receta en concreto, es de origen francés y me la enseñó Martine, que hace la sopa de cebolla más rica que he probado nunca. Decía Martine que en cuanto entraba en España por los Pirineos, ya sabía que estaba en suelo español porque olía a LLeno de Pravia, confundía la H con una LL hasta que nos dimos cuenta y salió de su error, después de morirnos de la risa.

Ingredientes.
2 kg de mejillones.
100 gr de mantequilla.
1 vaso de vino blanco.
1 cebolla picada muy menuda.
5 ó 6 ajos pelados y en trozos.
Hojas de laurel.
Tomillo.
Pimienta negra en grano.

Elaboración.
Derretir la mantequilla en una cazuela amplia y ablandar la cebolla junto con los ajos y la hoja de laurel.
Lava y raspar los mejillones y colocarlos en la misma cazuela, añadiendo el resto de los ingredientes.
Cocer a fuego vivo y sacudirlos de vez en cuando. A medida que se vayan abriendo, sacarlos y acomodarlos en la fuente de servir, hasta que estén todos.
Aprovechar también el líquido de cocción, que se puede apurar usando una valva como cuchara, siempre que se haga delicadamente, que no se diga que no somos educados.
Servir calientes en platos soperos.

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